AP

Un sirio cuya solicitud de asilo fue rechazada en Alemania
usó un teléfono para grabar un video de sí mismo prometiendo lealtad al
grupo Estado Islámico
antes de que intentara ingresar la víspera a un
concierto al aire libre en el sur del país, portando una mochila bomba.
Después de que no se le permitió ingresar, dio la vuelta y se inmoló
fuera de un bar, hiriendo a 15 personas
, dijeron este lunes las
autoridades.

El grupo Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad del atentado.

Fue el cuarto ataque que sufre Alemania en una semana, tres de ellos cometidos por personas que recién habían inmigrado.

El
hombre de 27 años, que no ha sido identificado por las autoridades,
hizo estallar su carga de explosivos y fragmentos afilados de metal, a
manera de metralla, poco después de las 10 de la noche,
después de que no se le permitiera entrar en el recinto de conciertos en
la localidad de Ansbach porque no tenía boleto.

Las autoridades
de Baviera dijeron que un video encontrado en el teléfono del atacante
lo mostró prometiendo lealtad al Estado islámico. El ministro del
Interior alemán, Thomas de Maiziere, y principal funcionario de
seguridad de Alemania, había dicho que era
demasiado pronto para descartar el terrorismo como motivo del ataque,
pero recalcó que el sospechoso había intentado suicidarse en dos
ocasiones y que estaba recibiendo atención psicológica.

«O podría ser una combinación de ambos,» dijo de Maiziere.

El
ataque fue llevado a cabo por «uno de los soldados del Estado
Islámico», dijo el grupo extremista. La agencia de noticias Amaq,
vinculada con el Estado Islámico, aseguró que el hombre efectuó el
ataque en respuesta a los llamados del grupo para atacar a los países de
la coalición liderada por Estados Unidos, que está combatiendo a la
organización.

Un funcionario de seguridad de Baviera dijo que el
atacante había recibido asilo en Bulgaria. Precisó que la policía allanó
la casa del atacante y que encontraron videos violentos y material para
hacer bombas.

Es probable que se hubieran producido más víctimas
si el hombre hubiera podido acceder a la zona de conciertos, afirmó el
subjefe de policía en la cercana Nuremberg, Roman Fertinger.

Tres de los 15 heridos sufrieron heridas graves en la explosión.

«Mi
opinión personal es que por desgracia creo que es muy probable que éste
fuera un ataque suicida islamista», dijo el ministro bávaro del
Interior, Joachim Herrmann, a la agencia alemana de noticias dpa.

La solicitud de asilo del sospechoso se rechazó hace un año, pero se le permitió quedarse en Alemania debido a la guerra en Siria.

El
hombre, que no fue identificado, había recibido atención psiquiátrica
varias veces, dijo Herrmann, incluido tratamiento tras haber intentado
suicidarse.

La policía dijo que también se le había fichado por posesión de drogas.

Las autoridades registraron por la mañana un refugio en los alrededores de Ansbach.

Un
residente del centro dijo que en ocasiones había bebido café y hablado
sobre religión con el agresor. Alireza Khodadadi dijo a Associated Press
que el hombre, al que identificó como Mohammed, le había dicho que el
grupo extremista Estado Islámico no representaba al islam.

«Siempre
decía, ‘no, no estoy con ellos, no me gustan’, y cosas así, pero creo
que tenía algunos problemas porque mentía muy a menudo sin ningún
motivo, y entiendo que quería ser el centro de atención, lo necesitaba»,
dijo Khodadadi.

Un equipo de 30 investigadores entrevistó a los conocidos del hombre y analizaba las pruebas reunidas en el lugar donde vivía.

Cuando
se le preguntó si el agresor podría tener lazos con el grupo Estado
Islámico, Herrmann dijo que no podía descartarse, pero que por el
momento no había indicios concretos de ello.

«La intención evidente de matar a más personas indica una conexión islamista», dijo a dpa.

El suceso se produjo en un momento en el que Alemania, y en concreto el estado sureño de Baviera, se encontraban ya en tensión.

Antes
el domingo, un hombre sirio mató a una mujer con un machete e hirió a
otras dos ante una estación de autobuses en la ciudad suroccidental de
Reutlingen antes de ser detenido. La policía dijo que no había indicios
que relacionaran el crimen con el terrorismo, y que al parecer el
agresor conocía a la mujer a la que mató.

Dos días antes, un hombre mató a nueve personas e hirió a decenas en un tiroteo en un centro comercial de Múnich.

Y
el pasado lunes, cinco personas resultaron heridas cerca de Wurzburgo
después de un ataque con un hacha que comenzó en un tren. Un solicitante
de asilo afgano de 17 años murió abatido por la policía cuando trataba
de huir. El grupo extremista Estado Islámico reclamó la autoría del
ataque en Wurzburgo.

Estos ataques se produjeron poco después de
que un tunecino al volante de un camión matara a 84 personas al
arremeter contra una multitud que celebraba el Día de la Bastilla en
Niza, en la famosa Riviera Francesa.

En el suceso de Ansbach, las
autoridades afirmaron que habían recibido avisos sobre la explosión en
el centro de la ciudad poco después de las 10 de la noche.

El
concierto al aire libre se estaba celebrando con unos 2.500 asistentes.
El evento se canceló como precaución tras la explosión.

Doscientos
policías y 350 efectivos de emergencias se movilizaron para gestionar
la situación, según la cadena pública bávara Bayerische Rundfunk.

Mientras
tanto, en Múnich, 1.500 personas se congregaron el domingo por la tarde
en el lugar del tiroteo para encender velas y colocar flores en memoria
de las víctimas del agresor, un alemán-iraní de 18 años. La policía
dijo que había planeado el ataque durante un año.

Después del
atentado en Múnich, Herrmann pidió al gobierno alemán que permitiera el
despliegue del Ejército para respaldar a la policía en caso de ataques.
Debido a los excesos de la era Nazi, la constitución alemana de
posguerra sólo permite movilizar al Ejército dentro del país en casos de
emergencia nacional.

Herrmann describió esas regulaciones como obsoletas y dijo que los alemanes tienen un «derecho a la seguridad»:

El
pasado enero, el ministro bávaro de Justicia lanzó un programa estatal
en Ansbach que pretendía enseñar a los refugiados los rudimentos de la
ley en su país anfitrión. La iniciativa se produjo en medio de
crecientes tensiones y preocupaciones en Alemania sobre cómo integrará a aproximadamente un millón de migrantes registrados en el país el año pasado.

Las
clases incluían lecciones sobre la libertad de pensamiento, la
separación entre la religión y el estado y la igualdad de hombres y
mujeres.

«Alemania es un país atractivo
porque respeta la dignidad de todos los seres humanos», afirmó un video
educativo mostrado a los recién llegados, «y así se supone que debe
seguir».




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