AFP

Sufren por lo mismo: escasez, inflación e inseguridad. Pero cuando salen a marchar sus visiones chocan. Mery Corrales es chavista y defiende a Nicolás Maduro, Carmen Galarraga es opositora y pide a gritos un referendo revocatorio contra el mandatario venezolano.

Las protestas en Venezuela dejan ver a un país cada vez más radicalizado. Durante las movilizaciones del viernes, las dos mujeres compartieron sus opiniones antagónicas sobre Venezuela, el gobierno bolivariano y la salida a la crisis política y económica.

«Venezuela violentada»
«Y va a caer/este gobierno va a caer». A los 73 años, Galarraga corea consignas mientras intenta atajar a los manifestantes más jóvenes que dejan la concentración.
Esta enfermera jubilada recibe una pensión mensual de 20.000 bolívares (30,7 dólares a la tasa oficial más alta) que la inflación «pulveriza». Al final de este año los precios pueden trepar hasta un 720%, según el FMI. Galarraga tiene dos hijos, cuatro nietos y dos bisnietos, y considera «indignas» las filas que a diario deben hacer los venezolanos para abastecerse.

«Mi vida era bella, yo vivía bien. En mi mesa había de todo, pero vivir hoy en Venezuela significa lo peor. Jamás pensé que a mi edad iba a ver lo que estoy viendo, que no haya leche para que mis bisnietos tomen un tetero (…). Venezuela era como una mujer tierna, ingenua, con todo lo más bonito que pueda tener una mujer, y le cayó esta plaga. Es una mujer violentada por la revolución bolivariana. Y ellos no se van a ir porque tienen la gallina de los huevos de oro. Pero la salida (a la crisis) es no tenerles miedo, no decaer. Voy palo abajo (cada vez más vieja), pero por mis descendientes tengo que luchar hasta el último aliento. Quiero que Venezuela renazca, que sea como antes de la revolución».

«Podemos perderlo todo»
Mery Corrales, de 30 años, camina con su hija en brazos. Lleva una camiseta roja desteñida en la que se lee: «Chávez, te lo juro: mi voto es pa’ Maduro». Trabaja con el gobierno y vive cerca del palacio presidencial de Miraflores, pero también tiene que hacer fila para comprar leche y pañales, cada vez más escasos.

La caída de los precios del petróleo provocó una sequía de divisas que frenó las importaciones en un país que compra la mayor parte de los productos que consume. Corrales defiende la tesis oficialista de que el desabastecimiento de víveres y medicinas -que según estimaciones privadas alcanza el 80%- es consecuencia de una guerra económica que busca tumbar a Maduro.

«Yo me siento muy feliz de vivir en Venezuela, lamentablemente estamos pasando por una crisis, pero vamos a salir adelante. Me siento parte de la revolución. Pertenezco a los CLAP (grupos civiles supervisados por militares que venden alimentos básicos en las comunidades). La revolución es algo muy especial, porque Chávez era un presidente al que le importaba la gente, los pobres, es lo mejor que nos ha pasado en la vida y eso hay que defenderlo. La oposición lo que quiere es el poder. No están pendientes de los problemas, la escasez o la inseguridad, sino solamente del revocatorio y los presos políticos. Si ellos llegan al poder, van a quitar todas las políticas sociales que nos dio Chávez. Tenemos que cuidar las cosas que hemos ganado, porque si no, podemos perderlo todo».




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