EFE/AFP
Valentino revistió de lujo el folclore
africano con vestidos con estampados geométricos, motivos tribales y flecos, transparencias y auténticos
accesorios salvajes con collares cargados de huesos e incluso peinados de
trenzas.
Mayoría
de maxivestidos sobre la pasarela con escotes muy marcados en V y espaldas
descubiertas, acompañados de sandalias de cuerdas que van atadas al tobillo.
Valentino propone
una inmersión en el África tribal, inspiradora de "vibrante pureza" y
autenticidad.
Al frente de la colección, el dúo Maria Grazia
Chiuri y Pierpaolo Piccioli preconiza "un retorno a los orígenes para
cambiar de perspectiva", celebrando "la analogía como antídoto contra
la despersonalización numérica".
Con aproximadamente 80 modelos, la colección con
aires de alta costura, llena de gracia, energía y sensualidad, puso en práctica
esa opción estética.
Abundantes
vestidos fluidos, a menudo con capas e incluso cola, para lograr siluetas
reales de simplicidad ancestral. La paleta es
típicamente africana: Tierra de Siena, marfil, ébano, beige, verde oscuro.