AP

Los venezolanos
viajaban en canoas el sábado para ir de compras a Colombia y superar así la
medida gubernamental contra el contrabando y la migración que cerró al menos
seis pasos fronterizos clave para las comunidades de ambos lados.

El precio promedio
para atravesar un río corto en una canoa de madera es de menos de un dólar,
según la tasa de cambio en el mercado negro venezolano. Algunas de las
aproximadamente 50 personas que esperaban el sábado para atravesar, bajo la
mirada de los soldados venezolanos, eran lugareños que buscaban conseguir los
medicamentos que tanto escasean en Venezuela.

El cruce entre Boca
del Grita y Puerto Santander en Colombia es uno de los al menos seis pasos
adicionales cerrados por el presidente Nicolás Maduro bajo el argumento de
acabar con el contrabando y el accionar de bandas paramilitares en la frontera
oeste de Venezuela.

Los cierres han
mermado el alud de mercancías de contrabando que circulan desde Venezuela, donde los productos están fuertemente
subsidiados, hacia Colombia donde pueden comercializarse a precios más altos.
Autoridades venezolanas culpan a los contrabandistas de la profunda escasez de
productos básicos.

Pero los cierres
también han afectado la vida de cientos de personas que diariamente cruzan la
frontera para trabajar, hacer compras y visitar a sus familiares. Se estima que
al menos 5 millones de colombianos viven en Venezuela, y muchos de ellos tienen doble nacionalidad.

Los militares
venezolanos expulsaron la semana pasada a cientos de colombianos que vivían en
barrios pobres porque, según dijeron, se trataban de focos de contrabando. Esto
no se ha repetido en los últimos días.

Aun así, muchos
lugareños temen que las deportaciones masivas continúen. Las autoridades
estiman que unos 8.000 colombianos han huido o han sido deportados desde Venezuela desde
que empezaron las medidas fronterizas.

Martha Restrepo,
una de las que esperaba el sábado para cruzar el río, planeaba regresar a vivir
a Colombia después de vivir 10 años en Venezuela sin
autorización.

«Yo me voy
porque esto es muy bravo», exclamó Restrepo, madre de dos niños. «Yo
llegué acá hace 10 años a trabajar, y me voy por lo que dijo Maduro».

La Cruz Roja ha
tenido que establecer del lado colombiano varios albergues de emergencia porque
los permanentes están desbordados.

Durante la jornada
el presidente colombiano Juan Manuel Santos visitó uno de estos albergues
instalados en la ciudad de Cúcuta.

«Aquí estamos
para atenderlos. Siéntanse en su casa», les dijo el mandatario a cientos
de los colombianos expulsados desde Venezuela.

«Vamos a
darles empleo» y a asegurar que sus hijos vayan al colegio y «no
pierdan un solo día de clase», agregó Santos, quien recordó que espera la
autorización de Venezuela para enviar camiones que recojan los enseres de los
colombianos.

En tanto, el
vicepresidente venezolano Jorge Arreaza visitó uno de los pasos fronterizos
cerrados. Allí fue recibido en medio de los reclamos de los lugareños que han
visto afectadas sus oportunidades de trabajo.

«Aquí conviven
venezolanos y colombianos. Nosotros estamos trabajando en la generación de
planes productivos para garantizar el buen vivir desde el trabajo», dijo
Arreaza.

La indignación
entre los colombianos creció en la víspera al ver a Maduro bailar una de sus
danzas tradicionales, durante una movilización convocada en apoyo a los cierres
fronterizos y la expulsión de colombianos que carecen de permiso de residencia.
Maduro tenía previsto viajar el sábado hacia China para sellar acuerdos de
cooperación.

«‘La pollera
colorá’, debemos decir, no lo prestamos al tirano», dijo el expresidente
colombiano Álvaro Uribe (2002-2010), quien ha librado una larga guerra de
palabras con Maduro y con su antecesor, el fallecido presidente Hugo Chávez.
«La pollera colorá» es una cumbia.

Naciones Unidas
expresó su preocupación el viernes respecto a las posibles violaciones a los
derechos humanos de los colombianos expulsados. El Departamento de Estado
norteamericano instó a Venezuela a prestar atención al «empeoramiento de la
situación humanitaria» a lo largo de la frontera, y pidió que se
abstuviera de deportar a los refugiados.

La Organización de
los Estados Americanos tiene prevista una reunión de emergencia para el lunes
con el fin de analizar la situación. Los ministros del Exterior de Suramérica
se reunirán el jueves.




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