Hernani Zambrano Giménez || hernaniz@yahoo.com

En la psicología moderna se habla mucho sobre la gente proactiva. Sin entrar en explicaciones complicadas, y sin perder nivel científico, es fácil definirla. Una persona es proactiva cuando hace lo que desea hacer y no lo que otros quieren que haga. Nos referimos a la gente genuina, segura, decidida y auténtica, que no busca imitar a otros. La proactividad es la condición total del organismo que mantiene a un individuo impulsado hacia la actividad, hacia la acción, hacia la libertad y la creatividad. Es la condición psicológica que persiste en la persona dispuesta a iniciar y sostener conductas propias. 
 
En un extremo opuesto están los reactivos, aquellos sujetos “atados” a las órdenes y exigencias de otras personas para poder activarse y mantenerse en actividad. Pero, aclaremos probables malentendidos: Aun cuando implica libertad, independencia y autenticidad, no la veamos como un simple estado de rebeldía o de hacer lo que nos venga en ganas, ya que los proactivos saben que sólo en sociedad y con el potencial de los compañeros y de la comunidad, pueden satisfacer sus necesidades. ¿Se aprende la proactividad? Mucha gente hace sólo lo que tiene que hacer o lo que le mandan a hacer; pero no lo que desean hacer. Esas personas, cargadas de pesimismo, aprendieron a ser reactivas y a no ser proactivas. ¡La proactividad es el producto de nuestros propios aprendizajes y experiencias! ¡Por esto mismo, aprendemos a ser proactivos y podemos dejar de ser reactivos! La persona proactiva lleva en sí el impulso hacia los cambios y las transformaciones. La persona proactiva está siempre propulsada hacia las transformaciones; no acepta que el futuro se le aparezca “por casualidad”, ni por sorpresa, ni por azar, ni permite que otros intervengan ante la pasividad.

Los proactivos se adelantan al futuro y lo construyen en el presente, mediante una intervención activa y transformadora. Un país joven como Venezuela necesita mucha gente proactiva. Como pueblo y nación, apartémonos de la criticadera y del lamento eterno. Necesitamos aprender a enfrentar los problemas y promover cambios, en lugar de buscar culpables para señalarles, perseguirles, y descargar sobre ellos la ira inmadura que nada resuelve.

Solo como proactivos nos escaparemos de quienes están a la espera de los acontecimientos para entonces reaccionar. Pongámonos del lado de los proactivos,  ¡para quienes, en verdad, sí vale la pena vivir!



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