EFE

Cuando la violinista Daniela Padrón le puso el nombre de «Bach to Venezuela» a su proyecto de fusionar la música barroca del genio alemán con los ritmos de su país, lo hizo consciente de que suena parecido a «Back to Venezuela» (Vuelta a Venezuela).

Padrón, nominada a un Latin Grammy en 2013 por su participación en un disco de música folk de la banda Gaelica, presenta hoy «Bach to Venezuela» en un concierto en el Paseo de las Artes en Doral, ciudad aledaña a Miami donde vive un importante número de venezolanos que, como ella, decidieron dejar su país por un tiempo.

En una cafetería, a mitad de camino entre su trabajo y el supermercado donde hace sus compras, esta joven que no llega a los 30 años y que ya a los 10 tocó como solista con la filarmónica del estado de Miranda, explica a Efe cómo surgió hace un año el proyecto de fusionar la obra de Juan Sebastián Bach, su compositor predilecto, con los ritmos autóctonos venezolanos.

Son en total 12 piezas en las que el violín es protagonista. De cortinaje, más bien de pretexto, puede escucharse un calipso venezolano, un joropo llanero, un merengue caraqueño.

Las partituras, dice, son prácticamente las originales. «Bach es fantástico para eso», comenta.

«Con otros compositores clásicos tendrías que hacerlo todo nuevo, escribirlo otra vez. No son fáciles para la fusión, que es en definitiva lo que me gusta hacer».

El 90 % del disco se grabó en Miami y el resto en Caracas, Barquisimeto y Barinas.

Con el violín en su estuche recostado contra una pared, Padrón extrae de un bolso un CD en cuya contraportada está impreso un mapa de Venezuela donde aparecen señalados los distintos ritmos autóctonos, típico de Google, con globitos en rojo.

Ella lo explica haciendo el viaje a la vez: cada track tiene un número y cada número representa una región y también un tipo de música. Venezuela tiene climas y geografías diversas. De ahí, su música variada.

En la leyenda del álbum casamos, por ejemplo, un Pasaje Sabanero con la Invención No.4 en D menor o un Joropo Llanero con el Preludio y Fuga No.3 en C agudo mayor, explica.

El concierto de hoy va a ser con su banda, que de momento es un cuarteto, incluyéndola a ella (piano, percusión menor, cuatro y violín).

«En el disco hay muchísima instrumentación que no tengo en vivo, como por ejemplo un arpa, y todo porque cuento con un espacio reducido. No tengo todavía la logística necesaria», lamenta.

El «concepto» del concierto es el de un viaje musical. «Explico los ritmos, de dónde vienen, hago demostraciones», narra Daniela, que hará, por ejemplo, la comparación entre el vals vienés y el venezolano.

«Y así vamos atando cabos de cómo unimos a Bach con todo esto. Tiro caramelitos musicales, música que está en nuestro ADN», dice sin ocultar el aire didáctico del programa.

No en balde es profesora de música -directora de orquesta, aclara-, en una escuela de La Pequeña Habana, perteneciente a la academia Miami Music Proyect.

Además de su esposo Manuel, en su vida hay tres hombres que la ayudaron en su sueño de artista independiente y sin los cuales, dice, «Bach to Venezuela» no hubiera sido posible.

Menciona a Henry Linarez, quien toca el cuatro venezolano; a Juan Delgado, productor del disco y dueño del sello Pristine Music que conoció en una campaña electoral del líder opositor Enrique Capriles, y al «Morocho» Gavidia, con sus tambores típicos de la costa de Aragua.

«Todo ha sido una cadena de coincidencias y diosidencias», apunta la joven violinista, quien, impulsada por su madre, Olga, a los cuatro años tomó su primera clase del instrumento y, poco después, descubrió una de las más simples pero más notables piezas de su carrera: el Minuet en Sol mayor de Juan Sebastián Bach.

La artista juega con la doble interpretación del título de su primer disco. «Bach to Venezuela también suena a volver a Venezuela, en inglés», dice.

«En definitiva», dice, «los artistas de mi país, los que podían, estudiaban fuera del país, pero volvían corriendo para hacer su carrera. Ahora, desgraciadamente, no sabemos cuándo regresaremos. Pero hay que tener fe en el futuro».




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