Los serios inconvenientes y las trágicas carencias que desde los tiempos del teniente coronel Hugo Chávez Frías sufrieron los venezolanos se acentuaron de manera exponencial con el “portentoso” Nicolás Maduro. Más allá de la hecatombe económica, al régimen lo está afectando duramente y sin compasión alguna la falta de credibilidad.  Ellos, me refiero a los del gobierno, obnubilados por el poder, nunca pensaron que un subjetivismo como pudiera ser el uso reiterado de la mentira, como consecuencia les trajera tantos perjuicios. La farsa de estos tiempos es despreciada y desoída sin clemencia por el pueblo venezolano; opone resistencia a aceptar como cierto el supuesto o real magnicidio del cuatro de este mes, el cual se llevó a cabo durante la parada militar que se celebraba en la avenida Bolívar de Caracas.

Averiguando sobre hechos similares de magnicidios sin bases probatorias contra Nicolás Maduro, me encontré con numerosos casos, pero tan solo voy a mencionar, en esta ocasión, cuatro de ellos: 1) El 23 de enero de 2013 cuando Maduro, entonces vicepresidente de la República, advirtió un primer plan de ataque en su contra. «Grupos infiltrados planean matarme a mí y al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello», dijo durante una alocución que fue transmitida por VTV. 2) En medio de la campaña presidencial, el heredero político de Chávez y candidato oficialista señaló, también a través de VTV, que su adversario en los comicios, el líder opositor Henrique Capriles, como uno de los «enemigos de la patria» que quería acabar con su vida. 3) Posterior a su juramentación como Jefe de Estado, una nueva alarma de magnicidio. Los señalados para ese entonces, fueron el exembajador de Estados Unidos, Roger Noriega, y el expresidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez, quienes «planearon magnicidio desde Bogotá y Miami. 4) Con un mes como presidente, y sobreponiéndose a una ola efímera de protestas que sacudió el país por la desconfianza en el resultado electoral, Maduro anunció uno de los más polémicos y supuestos planes de magnicidio en su contra: «Desde Colombia planean inocularme un veneno, que no me mataría de una vez, sino lentamente». La presunta estrategia acaparó la atención de los medios de comunicación de Latinoamérica y de los internautas quienes restaron importancia a la seriedad de la denuncia y ridiculizaron las palabras del mandatario.

Esas son apenas algunos de los elementos del porqué se duda tanto de un hecho tan grave y censurable como es atentar contra la vida de cualquier ser humano, pero con mayores repercusiones cuando se trata de un gobernante de alta jerarquía. Sencillamente, el régimen perdió la credibilidad, la seriedad, y estas son como unas máculas que no se borran; es decir, se duda de ellos hasta cuando se les ocurre decir la verdad.  Se le ha mentido al pueblo y engañado otras veces sobre la solución y el origen de la fallas en los servicios públicos, sobre el abastecimiento de alimentos y medicinas. Con la erradicación de la inseguridad. Cuando aseveró ante la FAO que los venezolanos estaban entre los mejores alimentados y más alegres del planeta.

Por eso los ciudadanos ni los empresarios, ni los inversores extranjeros le creen. Se cansaron de ser burlados y de los ofrecimientos incumplidos.  Finalmente, se me vino a la memoria el cuento aquel de la aparición de Chávez en Sabaneta de Barinas trasformado en un “pajarito chiquitico” (sic) que trinaba revoloteándole muy cerca de él y hasta lo bendijo. Sí, eso dijo…

 

garciamarvez@gmail.com

 




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