Los equipos de rescate usan faros delanteros mientras buscan sobrevivientes en un edificio derrumbado después de que un poderoso terremoto sacudió la costa occidental de Turquía y partes de Grecia, en Izmir, en las primeras horas del 31 de octubre de 2020. AFP

Los equipos de rescate intentaban este sábado, a la luz de las linternas, encontrar a supervivientes entre los escombros de edificios derrumbados en el oeste de Turquía tras un terremoto que dejó casi 20 muertos y 800 heridos en este país y en la vecina Grecia.

El movimiento telúrico, que se sintió en Estambul y Atenas y llegó a causar un mini tsunami, tuvo lugar poco antes de las 12H00 GMT en el mar Egeo, al sudoeste de Esmirna, tercera ciudad de Turquía, y cerca de la isla griega de Samos.

La magnitud del sismo, que se produjo a una decena de kilómetros de profundidad, fue evaluada por el Instituto Geofísico de Estados Unidos (USGS) en 7.

En Bayrakli, provincia de Esmirna, los equipos de rescate, con perros rastreadores, se afanaban para intentar llegar a las víctimas y posibles supervivientes entre una masa de vigas retorcidas y grandes trozos de hormigón, los vestigios de un inmueble de siete pisos colapsado, constató la AFP.

De vez en cuando pedían silencio para intentar localizar a posibles supervivientes.

La Gestión de Emergencias y Desastres (AFAD) turca confirmó 17 muertos y 763 heridos.

En Grecia fue la isla de Samos, en el archipiélago del Dodecaneso (sureste), la zona más afectada: dos jóvenes perdieron la vida por el derrumbe de un muro y nueve personas resultaron heridas, informó la cadena pública ERT.

«Fue el caos, nunca hemos vivido eso (…) Algunos edificios han sufrido daños, una iglesia en particular», situada en el puerto de Karlovassi, declaró Giorgos Dionysiou, el vicealcalde de Samos.

El sismo provocó una subida del nivel del mar que inundó las calles de Seferihisar, ciudad turca situada en el epicentro. La marejada también barrió las costas de la isla de Samos.

 Cadena humana

La costa turca, con gran densidad de población, fue la más afectada. Unos 17 edificios se desplomaron.

Los socorristas de Bayrakli, ayudados por habitantes y policías, lograron contactar por teléfono con una joven atrapada bajo los escombros.

«¡No te preocupes, ya llegamos! Voy a colgar para que ahorres batería. Disminuye la luminosidad de tu pantalla y permanece en calma», le aconsejaba un familiar bajo la supervisión de un socorrista.

Una cadena humana intentaba despejar las ruinas.

 «¡Dios mío!»

Las televisiones turcas mostraban imágenes de nubes de polvo elevándose en el cielo, mientras que los habitantes se precipitaban a la calle víctimas del pánico.

En una imagen captada por un habitante con su teléfono celular, se vio un edificio derrumbarse como un castillo de naipes mientras los transeúntes gritaban: «¡Dios mío!».

«Vivimos en Esmirna, el clima es templado, podemos pasar la noche así, y mañana también. Pero es difícil proyectarse a largo plazo, hay una sensación de impotencia», explicó a la AFP Cemalettin Enginyurt, un militar retirado de 51 años.

Varios hospitales de Esmirna, congestionados por la pandemia del nuevo coronavirus, han trasladado a pacientes a otros establecimientos para poder acoger a las víctimas del terremoto.

El movimiento telúrico se sintió también en Estambul, capital económica del país enlutada hace 20 años por un potente terremoto. Pero no se constató ningún daño, señaló el gobernador de la provincia de Estambul.

 «Diplomacia de sismo»

A pesar de las fuertes tensiones que los separan, Turquía y Grecia se comprometieron a ayudarse mutuamente.

El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, indicó por Twitter haber hablado por teléfono con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan para expresarle «sus condolencias».

«El hecho de que dos vecinos sean solidarios en estos tiempos difíciles tiene más valor que muchas otras cosas», respondió Erdogan.

Esta promesa de asistencia mutua recuerda a la ayuda que Grecia ofreció a Turquía tras el sismo de 1999 que dejó 17.000 muertos, un gesto que permitió retomar relaciones a estos dos países enfrentados.

Esto llevó a algunos expertos a acuñar la frase «diplomacia de sismo».

Francia se unió a este movimiento solidario, proponiendo ayuda a Atenas y Ankara, en plena crisis con Turquía sobre diversos temas diplomáticos y geopolíticos.

Tanto Turquía como Grecia están situadas en una de las zonas sísmicas más activas del mundo.

En Turquía, en los últimos años, además del sismo de 1999, en 2011 un terremoto de 7,1 en la provincia de Van dejó más de 600 muertos, y el pasado enero uno de 6,7 dejó unos 40 muertos en la provincia de Elazig (este).

En Grecia, el último sismo mortal fue en julio de 2017 en la isla de Cos, cerca de Samos, y causó dos fallecidos. AFP




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