masacre de Bucha
Los trabajos de espionaje indican que los asesinatos de civiles fueron parte de la acción del ejército ruso. Foto: Cortesía AP

Las imágenes de Bucha causaron impresión en el mundo entero, pero seguramente lo más impactantes es que los crímenes de guerra fueron premeditados y parte de la estrategia de guerra de Putin.

Así se desprende al menos de las grabaciones de conversaciones entre soldados rusos en Ucrania a las que ha tenido acceso el semanario alemán Der Spiegel.

Las grabaciones de las comunicaciones por radio fueron realizadas por el Bundesnachrichtendienst (BND), servicios federales de espionaje de Alemania y están relacionadas con los casos de civiles encontrados muertos en las calles de Bucha, cerca de Kiev.

Un soldado cuenta a otro, en una de esas grabaciones, cómo él y otros soldados le habían disparado a una persona que circulaba en bicicleta.

Masacre de Bucha fue premeditada

En otra conversación, se escucha dar la consigna de: «primero se interroga a los civiles, luego se les dispara». El semanario alemán afirma que las grabaciones fueron presentadas este miércoles en el Parlamento alemán y que del material aportado por el BND se puede deducir que miembros del ‘Grupo Wagner’, «ya destacó en su intervención en Siria por su especial crueldad», estuvieron implicados en las muertes de civiles en Ucrania, actuando de forma deliberada y con la intención de causar daños a la población civil.

De este material se desprendería que los asesinatos de civiles no constituyeron una acción aislada ni fruto de la confusión de la guerra, sino que fueron parte de la acción del ejército ruso en Bucha. Según el semanario, atestiguan que las tropas rusas hablaban de actos cometidos a diario. «Eso indica que los asesinatos de civiles fueron parte de la acción del ejército ruso, posiblemente parte de una estrategia clara. Se trata pues de sembrar el miedo y el terror entre la población civil para eliminar su resistencia», asegura la publicación.

Las fuerzas del Grupo Wagner han actuado en conflictos como los de Siria, Libia o la República Centroafricana, además de Sudán, Malí y Mozambique, donde han ejercido la influencia rusa a través de la violencia, han cumplido las órdenes de líderes autoritarios y, en ocasiones, han allanado campos de petróleo o gas y asegurado otros intereses materiales. Se han vuelto cada vez más formales y han comenzado a actuar más como los contratistas militares de Occidente.

También han aparecido en Ucrania, unos mil efectivos, supuestamente para luchar junto al ejército ruso. Su presencia en la región oriental conocida como Donbass, donde residen los separatistas respaldados por Rusia, ha llevado a investigadores de las Naciones Unidas y asociaciones de derechos humanos a dar la voz de alarma, dado que son mercenarios especializados en ataques a civiles, ejecuciones masivas y saqueos de propiedades privadas en zonas de conflicto. Se trata de un grupo que surgió en 2014, durante la anexión rusa de Crimea.

El «chef de Putin»

El gobierno estadounidense ha indicado que la organización está financiada por Yevgeny V. Prigozhin, un empresario ruso y estrecho colaborador de Putin. Se le conoce como el «chef de Putin» debido a su negocio de catering, que ha organizado elegantes cenas de estado para el líder ruso.

El grupo obtuvo su nombre del apodo de su líder, Dmitry Utkin, un militar ruso retirado. Se dice que Utkin eligió ‘Wagner’ como tributo al compositor, que era el favorito de Hitler. A pesar de que el Kremlin niega cualquier vínculo con el Grupo Wagner, Utkin ha sido fotografiado al lado de Putin.

Sus mercenarios son ilegales a los ojos de la ley rusa. Su existencia clandestina le permite a Rusia minimizar sus bajas en el campo de batalla y distanciarse de las atrocidades cometidas por los combatientes de Wagner, dicen los observadores. «Opera en una situación de opacidad, hay una verdadera falta de transparencia y ese es el punto», explica Sorcha MacLeod, presidenta relatora del grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre el uso de mercenarios.

Su estructura le da la capacidad de negar sus acciones y crear «distancia entre el estado ruso y el grupo», dice MacLeod. «Hay una tendencia o patrón cuando Wagner se involucra en un conflicto armado», describe, «el conflicto se prolonga, hay armamento pesado, la población civil se ve sustancialmente afectada, las violaciones de derechos humanos y los crímenes de guerra aumentan significativamente y no hay acceso a la justicia para las víctimas».

A efectos estratégicos, las grabaciones efectuadas por el BND parecen probar que Rusia, sufriendo fuertes derrotas, está enviando estos refuerzos ajenos a la legalidad y con experiencia en combate a Ucrania.

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