Los países patrocinadores de los diálogos de paz sobre Siria en Astaná –Rusia, Turquía e Irán– acordaron el martes la creación de un mecanismo de aplicación y vigilancia del alto el fuego en el país, tras dos días de negociaciones entre los rebeldes y los emisarios de Bashar Al Asad.
«Se ha tomado la decisión de establecer un mecanismo para vigilar y garantizar la completa aplicación del alto el fuego y para evitar toda provocación», declaró el ministro kazajo de Relaciones Exteriores, Kairat Abdrajmanov, leyendo la declaración de los tres socios del encuentro de Astaná.
El mecanismo responde a los deseos del enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, y está apoyado por los rebeldes, que esperan «una congelación de las operaciones militares», principalmente en Wadi Barada, una zona clave para el abastecimiento de agua de Damasco, donde los combates proseguían en la madrugada del lunes.
Los tres países afirmaron estar a favor de la participación de los rebeldes sirios en los próximos diálogos de paz, que deberían tener lugar en Ginebra el 8 de febrero, auspiciados por la ONU. «No existe ninguna solución militar para el conflicto, que solo puede solucionarse con un proceso político», indica el documento.
Rusia e Irán, aliados de Damasco, y Turquía, principal apoyo de los rebeldes, prometen además «utilizar su influencia y medidas concretas en cada parte para consolidar el alto el fuego» instaurado el 30 de diciembre y que condujo a una disminución de la violencia a pesar de que haya sido violado con regularidad.
El documento también recoge una de las principales peticiones de los enviados del régimen: la estricta separación de los rebeldes considerados «moderados» y los yihadistas del grupo Estado Islámico y del Frente Fatah Al Sham (ex Frente Al Nusra, antigua rama de Al Qaida en Siria).
Esta declaración final no ha sido firmada por las dos delegaciones sirias, que rechazaron negociar cara a cara, sino que fue presentada por los socios de la reunión de Astaná.
