El gobernante cubano Raúl Castro tuvo el gesto poco usual de recibir personalmente a Igor Sechin, presidente de la estatal petrolera rusa Rosneft, un sábado en la noche. Fue un encuentro íntimo, en el mismo despacho en el que anunciara la muerte de su hermano Fidel el año pasado.
No han trascendido los detalles de la reunión que ocurrió el 16 de diciembre pero se espera que Rosneft ocupe el lugar de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) en una refinería cubano-venezolana situada en Cienfuegos, en el centro de la isla y que se firme algún convenio favorable a Cuba. Solo unas horas antes, Sechin se había reunido con el presidente venezolano Nicolás Maduro, quien concedió la explotación de dos campos de gas a la compañía rusa.
Luego, Castro anunció que aplazará su salida hasta abril lo que le daría tiempo para concretar un acuerdo que deje al país en una mejor situación económica.
La crisis en Venezuela y la necesidad de petróleo e inversión extranjera de Cuba han creado el terreno para que Vladimir Putin afirme su presencia en América Latina, en un juego geopolítico con todas las pintas de la Guerra Fría.
“Rusia es un actor económico menos importante en el hemisferio que China. Tiene menos intereses en las Américas pero le gusta intervenir en lo que percibe como nuestro patio trasero”, comentó Mark Feierstein, director de políticas para América Latina en la Casa Blanca durante el gobierno del ex presidente Barack Obama.
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