«En este tiempo de Adviento, estamos llamados a ampliar el horizonte de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades. Para hacer esto es necesario aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas afianzados, porque el Señor viene en la hora en que no lo imaginamos» Papa Francisco

Se inicia hoy y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.

El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año 2018, comienza este domingo 2 de diciembre, y se prolonga hasta el 23 de diciembre. Se puede distinguir dos periodos. En el primero de ellos, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.

En el segundo periodo se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Se invita a vivir con más alegría, porque se está cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido. Los evangelios de estos días preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús.

En orden a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no se reza el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio, etc.

Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras dura el peregrinar humano, hace falta algo para que el gozo sea completo. Y es que quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio de su pueblo, habrá llegado la iglesia a su fiesta completa, significada por solemnidad de la fiesta de la Navidad.

Se tienen cuatro semanas en las que domingo a domingo se va  preparando para la venida del Señor. La primera de las semanas de Adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamando, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo estímulo de la espera.

En cuanto a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas son tomadas de Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de Dios y, la venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son textos de San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.

El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

Primer Domingo: 2 de diciembre

La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primera semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: «Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento». Es importante que, como familia se haga un propósito que permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si se propone revisar las relaciones familiares? Como resultado se debe buscar el perdón de quienes se han ofendido y darlo a quienes hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar.

Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que se tienen relaciones diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, se encenderá la primera vela de la Corona de Adviento, color morado, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

Segundo Domingo: 9 de diciembre

La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: «Preparen el camino, Jesús llega» y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior hubo reconciliación con las personas que están cerca; como siguiente paso, la iglesia invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que devuelve la amistad con Dios que se había perdido por el pecado. Se enciende la segunda vela morado de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.

Durante esta semana se puede buscar en los diferentes templos que están cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, se esté bien preparado interiormente, uniéndose a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.

Tercer Domingo: 16 de diciembre

El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. La liturgia de Adviento invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio relata la visita de la Virgen a su prima Isabel e invita a repetir como ella: «¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?”.

Se sabe que María está siempre acompañando a sus hijos en la iglesia, por lo que se dispone a vivir esta tercera semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Se propone que se fomente la devoción a María, rezando el rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas. Se enciende como signo de espera gozosa, la tercera vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

Cuarto Domingo: 23 de diciembre

El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo e invitan a «Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo». Como ya está tan próxima la Navidad, hay que reconciliarse con Dios y con los hermanos; ahora queda solamente esperar la gran fiesta.

Como familia se debe vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela, color morado, de la Corona de Adviento.

 




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