“El objetivo superior del Frente Amplio es superar el gobierno de Maduro para poder comenzar a resolver la profunda crisis social que vivimos los venezolanos. Esa es la meta. Para ello, el objetivo inmediato es luchar por el restablecimiento del hilo constitucional quebrantado, y por rescatar la soberanía del pueblo como conductor de su destino…” Ángel Oropeza

¿Tiene estrategia el Frente Amplio?, ¿Y ahora que hará la oposición?, ¿Cuenta con una agenda?, ¿Por dónde y cómo seguirán la lucha los factores democráticos?

Son las interrogantes que se plantean no solo los comunicadores sociales, sino toda una nación temerosa, desconfiada, cansada, obstinada y burlada, a la que no se le debe ocultar los hechos de hoy con frustradas esperanzas de ayer; tratando de evitar que la insatisfacción general por la carencia de logros inmediatos avive aún más la confrontación en el seno del sector democrático, en la búsqueda de culpables o de cabezas adicionales por tumbar.

La angustia y la incertidumbre no nos pueden conducir a tales desaciertos, pues no hay más espacio para el error. El cansancio, los nervios, la desconfianza y la incertidumbre despiertan resentimientos y conllevan a la desesperanza. Abandonar el espacio público por escepticismo, desaliento, y la apatía, resulta muy peligroso en tiempos tan delicados. No son los políticos los únicos responsables de cuánto nos pasa en tan complejo ámbito. Hannah Arent anotaba que ser libres comporta asumir en cada uno de nosotros la posibilidad de cambio, y que la mejora de la actividad pública tan sólo depende de nosotros, de lo que estamos dispuestos a construir.

No se trata, con esta atropellada reflexión, establecer cómo se inició la situación en la que estamos, sino cuál es nuestra responsabilidad para resolverla. Tampoco se trata de determinar la culpabilidad de alguien, sino de qué es lo que debemos hacer, desde nuestro rol de ciudadanos, para resolverlo. Contra el despotismo, la corrupción y el cinismo no valen sofismas ni pretextos.

Aprovecharse de la inmediatez y de la frustración de los ciudadanos para conducirlos, una vez más, a una posible derrota, sería una grave irresponsabilidad. Pretender cambiar precipitadamente las circunstancias sin disponer del poder necesario para lograrlo resultaría una forma de estulticia. Sin embargo, resulta imprescindible identificar contra quien es la lucha, con la debida sindéresis y sin dejarnos llevar por sentimientos innobles.

La política, es una lucha continua entre el ser y el deber ser. Hace mucho tiempo alguien nos comentó: «EL demócrata, lucha por la democracia, no por tener elecciones”… Ahora es el momento de concentrarnos en los temas primordiales y no enfocarnos en inútiles recriminaciones. De de elevar el debate en cuanto al mantenimiento de la política populista, esa que desprecia al ciudadano y lo reduce a la condición de un objeto, y que está asociada a la corrupción, pues para ejercerla se violan los procedimientos y los controles. De concentrarnos en el futuro, promoviendo debates sobre los temas prioritarios, sumando esfuerzos y estableciendo prioridades. Ahora es el momento de ponernos de acuerdo, es cuestión de tejer esa sólida red que permita abrigar a tanto compatriota desilusionado y desesperanzado.

Ya para concluir, y tratando de responder a las preguntas iniciales, echamos mano de una sencilla y muy aplicable estrategia, que sustentada en cinco puntos muy precisos, nos presenta Ángel Oropeza en su último artículo, que consiste en: 1. Promover la presión social democrática, pacífica y articulada a escala nacional. 2. Acrecentar la presión externa. 3. Reforzar el trabajo institucional de la Asamblea Nacional. 4 Acentuar la organización y 5 Estimular desde la lucha cívica el quiebre de la coalición gobernante.

Manuel Barreto Hernaiz




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