En muchos pueblitos del interior todavía es tradición que el 31 de diciembre la gente, para renovar su forma de vivir, tire por la ventana las cosas que ya no sirven.

En sintonía con esa usanza entonces, el fin de año se ha convertido en un momento propicio  para hacer un balance de nuestra vida, para programar nuestro futuro y, por ende, “para tirar por la ventana” ese fardo de cosas negativas, de promesas no mantenidas que han condicionado nuestra vida, la vida del país y han entorpecido nuestras relaciones en la familia, en el trabajo y en la sociedad.

Para eso pero y a través de una introspección muy profunda, hay que confrontarse sin mentiras y sin rodeos con ese misterioso “Interlocutor”  siempre presente en nuestra cotidianidad para tratar, en un alarde de sinceridad,  de tirar por la ventana todos esos vicios y esos remordimientos inútiles, todos esos silenciosos resentimientos injustificados que han condicionado nuestra vida y han amargado tristemente nuestro pasado. Y eso es muy difícil!

Sin embargo, lo primero que quisiera tirar por la ventana es esa vergonzosa falsedad de sentimientos que con demasiada frecuencia  está presente en mi vida.

Me refiero a ese brote esporádico y ocasional de la piedad, a esa solidaridad oportunista gracias a la cual muchas veces presumimos ser cristianos, a esa congoja  patética  y aparentemente conmovedora que “interpretamos” cual comedia semitrágica frente a las tantas miserias del mundo cuando, en realidad, lo que sentimos es una gana inmensa de salirnos de eso y de regresar a lo nuestro.

Y lo más grave de esa falsedad de sentimientos que aborrezco y que, justamente por eso quisiera arrojar de una vez a ese tremedal, como diría Rómulo Gallegos  en su Doña Barbara, que todo lo traga y para siempre, es que la experimentamos, a veces, también en la familia, con nuestros seres queridos! Otro vicio que quisiera tirar por la ventana es el de los malos pensamientos susurrados a media voz que poco a poco, cual insinuación casual, se va introduciendo en los oídos de la gente y se convierte en calumnias produciendo un daño irreversibile! Me provocaría seguir tirando por la ventana ese tremendo lastre de falsedades y de engaños que terminan amargándome la vida…mas no lo hago porque los tiempos de la confesiones públicas se acabaron.  Sin embargo quisiera concluir esa “carta abierta” con un buen propósito: Tratar de ser más optimista para poder apreciar en la gente que me rodea la parte más positiva. A lo mejor me voy a llevar muchos chascos pero seguramente viviré mejor. Y a propósito de “vivir mejor” tu, amigo venezolano, ¿qué vas a tirar  o… a quién piensas tirar  por la ventana?

Desde Italia 

 

 

 

 

 




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