Más de 700 personas se han refugiado en una iglesia local y otras muchas han huido a zonas montañosas por miedo a nuevos combates. (EFE)

Al menos siete personas han muerto en enfrentamientos registrados en las últimas horas en la localidad de Pavika, en el sureste de la República Centroafricana, donde centenares de personas han tenido que abandonar sus hogares, informaron hoy a Efe las autoridades locales.

Desde anoche, los exrebeldes Séléka -de mayoría musulmana– y las milicias anti-Balaka -con predominio de cristianos y animistas-, se enfrentan para tomar el control de la ciudad.

Edward Gounoumondjou, diputado regional, explicó a Efe que la situación es «alarmante», ya que más de 700 personas se han refugiado en una iglesia local y otras muchas han huido a zonas montañosas por miedo a nuevos combates.

«La población de esta ciudad ha quedado arrasada por los combates entre los grupos armados», alertó Gounoumondjou, que pidió al Gobierno y a la misión de la ONU en el país (MINUSCA) que actúen de inmediato para ayudar a la población civil.

A finales de mayo, el Gobierno y la ONU informaron de que al menos 300 personas habían muerto en tan solo dos semanas por los enfrentamientos armados entre las milicias.

En un reciente informe, la ONU identificó 620 casos de graves violaciones de derechos entre 2003 y finales de 2015 en el país que pueden constituir crímenes de guerra y contra la humanidad y fueron cometidos sobre todo por las fuerzas de seguridad y de defensa, los Séléka y anti-Balaka.

Los enfrentamientos y los ataques de estos grupos armados -que han tenido como objetivo también tropas de la ONU– han llevado a la MINUSCA a reforzar sus posiciones en las zonas afectadas.

La República Centroafricana vive un complicado proceso de transición desde que, en 2013, los exrebeldes Séléka derrocaran al presidente François Bozizé, desatando una ola de violencia sectaria entre musulmanes y cristianos que causó miles de muertos y ha obligado a cerca de un millón de personas a abandonar sus hogares.

La elección de Faustin Archange Touadéra como nuevo presidente en febrero de 2016 debía abrir una nueva etapa para el país; no obstante, todavía tiene muchos problemas para controlar a los grupos rebeldes en zonas alejadas de la capital.




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