Al menos ocho personas murieron y 13 resultaron heridas en un atentado suicida del grupo yihadista somalí Al Shabab en Mogadiscio, contra un restaurante donde cenaban varios diputados y el jefe de la Policía del país, confirmaron a EFE fuentes de las fuerzas de seguridad.
Según aseguró a EFE por teléfono el agente de policía Ali Isak, que presenció el ataque, tanto el general Abdi Hassan Mohamed Hijar como los siete parlamentarios y funcionarios del Gobierno que cenaban en el local (celebrando el iftar, la ruptura del ayuno diario por el Ramadán) sobrevivieron al ataque.
El miembro de Al Shabab quiso entrar al restaurante para matar a los funcionarios pero los guardaespaldas (del jefe de Policía) no se lo permitieron y le obligaron a explotar en el exterior, dijo Isak, lo que hizo que entre los muertos se cuenten sobre todo estos trabajadores.
Atentado suicida yihadista
El ataque, que fue reivindicado por Al Shabab, sucedió en la popular playa de Lido, en la capital, en la que suelen relajarse muchas familias somalís.
Mogadiscio se vio golpeado por otro atentado hace apenas una semana, cuando al menos siete personas resultaron heridas en un ataque yihadista perpetrado el pasado 18 de abril contra la sede del Parlamento somalí.
El atentado tuvo lugar mientras se celebraba la segunda sesión parlamentaria después de la jura de nuevos legisladores el pasado día 14, fecha límite tras múltiples atrasos para completar los comicios de la Cámara Baja.
La jura, sin embargo, se produjo con una veintena de escaños aún en proceso electoral.
Este trámite era imprescindible para poder celebrar comicios presidenciales en el país, postergados en varias ocasiones desde 2021 por disputas políticas, discrepancias entre clanes y acusaciones de irregularidades, a pesar de que el mandato del presidente, Mohamed Abdullahi Mohamed Farmaajo, expiró ese año.
Según las leyes somalís, el jefe del Estado debe ser elegido por los 329 miembros del Parlamento (54 legisladores en la Cámara Alta -ya elegida- y 275 legisladores en la Cámara Baja).
El aplazamiento sistemático de las elecciones supone una distracción respecto a problemas como la lucha contra Al Shabab, que controla áreas rurales del centro y sur y quiere instaurar un Estado islámico de corte wahabí (ultraconservador).
De hecho, el grupo, que rechaza unas elecciones apoyadas por la comunidad internacional, ha intensificado sus ataques en las últimas semanas.
Somalia vive en un estado de conflicto y caos desde que en 1991 fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó al país sin Gobierno efectivo y en manos de señores de la guerra y de milicias islamistas, como Al Shabab.