Alcides Escobar gestionó todo para jugar con los escualos /Foto: Archivo

Oswaldo Guillén salió del dugout sin uniforme, para ver a quien bateaba en la jaula situada en el plato.

Su presencia en jeans y camisa, recién llegado al estadio Universitario, era la señal de que ocurría algo extraordinario. Un pelotero a quien ni él ni la fanaticada de los Tiburones de La Guaira habían visto en toda la temporada del béisbol invernal venezolano estaba tomando su primera práctica, en plenos playoffs, una época en la que muchos jugadores más bien se marchan pensando ya en los entrenamientos primaverales.

El delgado toletero derecho no tiene la mente puesta en el Spring Training todavía, pero sí sabía que los Reales de Kansas City, su organización, preferiría verle descansar.

«Estoy aquí por mi familia», aseguró Alcides Escobar, el personaje que llamó la atención de Guillén, de los reporteros y de los aficionados que llegaron temprano al parque. «Mi familia es de La Guaira y no puede viajar a Estados Unidos a verme jugar».

Escobar es un pelotero de largo aliento. Dos veces ha liderado el departamento de juegos disputados en la Liga Americana, al aparecer en los 162 compromisos de los Reales en el 2014 y nuevamente en el 2016. Y aunque en el 2015 no lo hizo, estuvo activo hasta noviembre, porque participó en los 16 duelos que los Monarcas celebraron en aquella postemporada en la que ganaron la Serie Mundial.

«Jugar todos los días en las Mayores es complicado; sí pesa», reconoció el campocorto. «Se ve fácil y no lo es. Pero éste es mi sueño desde que era niño. Quería jugar con los Tiburones».

Escobar es natural de La Sabana, un bello pueblito a orillas del mar a poco más de una hora de Caracas. Sus habitantes se jactan de tener la mayor tasa de grandeligas per cápita en este país suramericano y beisbolero. De allí salieron también sus tíos José Escobar y Ángel Escobar, así como sus primos Kelvim Escobar, Edwin Escobar y Vicente Campos.

El pintoresco caserío ha dado un total de 18 jugadores a la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, y un bello campo de pelota se yergue en lo más alto del lugar. Allí y en Miami se entrenó por estas fechas el que fuera ganador del Guante de Oro hace dos campañas, pensando en esta ocasión.

«Estuve cumpliendo un plan de trabajo y me sentí bien», dijo Escobar. «No he hecho muchas actividades de béisbol, aunque tomé mis roletazos y bateé un poco en las últimas dos semanas».

Escobar firmó originalmente con los Cardenales de Lara, el equipo de su primo Kelvim y sus tíos José y Oscar, otro infielder con buen currículo en la LVBP. Poco después de convertirse en torpedero titular en las Grandes Ligas, comenzó a pedirles a los pájaros rojos que le enviaran a los Tiburones, alrededor del 2012. Su deseo se cumplió en el 2014.

«Pero no he podido jugar mucho», advirtió.

Es cierto. Kansas City le dio permiso para reforzar a los acuáticos en los playoffs del torneo 2014-2015 y disputó seis cotejos, con .304 de promedio y .783 de OPS (porcentaje de embasarse más slugging). Después vino la agotadora marcha hasta el Clásico de Otoño, su premio como Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato del Joven Circuito y la necesidad de tomar unas largas vacaciones.

Su organización esta vez quedó fuera muy temprano en MLB y Escobar vio la oportunidad de reaparecer en su país natal.

«Al principio, no querían que viniera», reconoció. «Pero les expliqué la situación y lo que quería para mi familia. Entendieron y me dieron el permiso. No tengo limitaciones. Hablé con ellos (el miércoles) por última vez y me dijeron que podía jugar. No sé si cambiarán de opinión, pero por mí, voy a estar hasta donde llegue el equipo, ojalá que hasta la final. Quiero que La Guaira se lleve el campeonato y que se rompa la sequía».

La tropa que dirige Guillén sufre la mayor ausencia de coronas en la LVBP. El club fue un orgulloso contendor en aquellos tiempos en los que el actual dirigente era su torpedero. Hoy suma 31 años sin un título.

«Este no es un regalo para mí, es un regalo para la fanaticada», comentó Guillén. «Para mí, es un problema. Uno agradable, porque tengo que ver dónde lo pongo a jugar. Pero ya hablé con los muchachos y todos están contentos con su llegada».

Escobar terminó su primera práctica de bateo, pautada para después de la hora de almuerzo, y el resto de sus compañeros comenzó a salir al terreno. Guillén también se uniformó y la verdadera sesión de trabajo empezó para todos en el Estadio Universitario.

El infielder entró a la cueva, conversó con la directiva sobre su regreso y salió al campo para charlar con la prensa. El alto mando de la novena le había abierto los brazos. Ya podía dar la noticia de manera oficial. «Claro que sí me canso», reconoció el paracorto, al preguntársele por los 162 encuentros que viene de disputar en la Gran Carpa. «Pero me siento contento de vestir la camiseta de La Guaira. Esto es un orgullo para mí, (porque) no es fácil jugar todos los partidos en las Grandes Ligas».

Los Reales ejercieron en noviembre la opción que tenía en su contrato. Y tiene metas claras para este año que comienza: Espera disputar el Clásico Mundial de Béisbol, volver a aparecer todos los días en el lineup de Kansas City, recuperar el Guante de Oro y regresar a la Serie Mundial.

«Si estoy saludable, puedo lograr lo que quiero», aseguró.

Pero todo eso será después. Ahora es tiempo de jugar con los Tiburones, el equipo de su niñez.

LasMayores.com




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