Alfredo Fermín. (Foto Archivo)

Elianna Barrios*

Un niño cien por ciento venezolano nacido en la isla con las playas más hermosas, Margarita, el 9 de noviembre de 1944. Bautizado con el nombre de Alfredo Rafael Fermín González, creció como cualquier otro sin avizorar el futuro tan brillante que le esperaba.

Sus primeros pasos al estudio

De joven, tenía las peculiaridades de un gran interés por el cultivo de jardines de plantas pequeñas, así como un profundo deseo de comprender y estudiar el lenguaje escrito. Desde el bachillerato, la poesía tocaba a su puerta. Y no es para menos, sí todo su entorno estaba repleto de increíbles paisajes, que siempre podía observar en los paseos cerca del borde de tan maravilloso mar Caribe.

Concluidos sus estudios de educación secundaria tomó la decisión de ingresar a la universidad, pero no cualquiera, sino a la prestigiosa Universidad Central de Venezuela (UCV). Allí fue admitido en la escuela de Sociología, donde inició su carrera solo para después dejarla al cabo de un año, para orientar sus estudios a otra disciplina a la que, de un modo u otro parecía estar destinado: el Periodismo, el gran arte de comunicar e informar.

Sin tener, de forma vulgar, «pelos en la lengua» egresó como Licenciado de Comunicación Social en 1971 como parte de la primera promoción de la UCV, con excelentes notas en su curso, y deseos de arriesgarse.

Amor eterno a la cultura y el arte

Guiado por Hector Mujica, excelente docente de aquella universidad caraqueña y además fundador del Colegio Nacional de Periodistas, el joven Alfredo ingresó de manera casi instantánea a mediados del 1971 al gran medio de la comunicación, El Carabobeño. Allí fue contratado como corresponsal destacado del diario en la ciudad jardín, Maracay, donde ejerció su labor por aproximadamente dos años.

En ese periodo, se encargó de manera semanal de una columna en la que se plasmaba y resaltaban eventos u actividades en el área cultural. Podría deducirse que este fue el inicio de su amor y pasión por difundir la cultura y arte en todas las formas mediante su trabajo periodístico, sus artículos y columnas.

Ante el inicio de este enamoramiento a lo artístico, empezó a tener la iniciativa de apoyar a instituciones culturales, bien fuera públicas o privadas, con cuidado riguroso a las actividades que se dieran en estas.

Aunque sin duda el corazón de este gran licenciado en comunicación le pertenecía al periodismo de calle, es de sabios reconocer que en la vida no se debe tener una sola pasión. Y Alfredo Fermín no sería la excepción, pues tenía otra pasión que encendía su corazón y mantendría vivo ese fuego interior por más de cuarenta años. Eso era el estudio de las artes visuales.

A inicios de 1972, recibió un importante llamado del jefe de Redacción de El Carabobeño, Salvador Castillo. El propósito era integrarlo a los empleados que ejercían dentro del estado Carabobo, ya no sería corresonsal, y eso era una oportunidad casi que única para el periodista, que pasaría a cubrir el tema de actividades políticas dentro de la Asamblea Legislativa del estado Carabobo, y esporádicamente en el Concejo Municipal de Valencia.

Por consecuencia a estas actividades que su empleo demandaba, aunado a su inevitable y poderoso sentimiento de afecto a la cultura, empezó a desarrollarse en trabajos de animación cultural e institucional como representante en múltiples actividades que le fueron planteadas.

Crítico de Arte

Fermín también estaba dentro de la lista de los miembros de la gran Asociación de Críticos de Arte (AICA). No solo formó parte del salón «Arturo Michelena», una de las exposisiones más importante del país a nivel cultural,  desarrollado en Valencia, sino que fue ancla en la organización de eventos paralelos que se realizaron dentro y fuera de las fronteras venezolanas.

El periodismo como parte de su día a día ayudaban a su formación como crítico. Su desarrollo como persona fue evidente. Estaba, como sargento de ejército, al servicio fiel a las instituciones como el Ateneo de Valencia y la Universidad de Carabobo, de la cual recibió apoyo significativo que lo impulsó a profundizar su pasión por el arte, y de quien recibió el doctorado Honoris Causa y que le apoyó en sus intensos estudios e investigaciones de las artes visuales contemporáneas en el extranjero.

Se trasladó a Francia a complementar sus conocimientos, que más tarde lo condecorarían como crítico de arte, y le permitirían ubicar su norte al completar las piezas en el rompecabezas y desarrollar su intelecto al reconocer en las obras de artes sus profundidades y complejidades.

Visitaba cualquier museo que encontraba, desde los museos de Louvre, y La Tate Gallery, del Prado hasta el gran Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Llenó su ambición por saber y conocer del arte, así como su ambición por la cotidianidad expresada en noticias.

Hoy y después en Valencia

En el año 1977, específicamente el día de su cumpleaños, volvió a su memoria una idea que rondaba en su mente al iniciar su ejercicio en Maracay. En aquel entonces, publicó columnas contentivas de eventos y actividades artísticas realizados en la región. A partir de esto, Fermín cocinaría una nueva idea.

Una nueva columna que, a diferencia de la anterior, se establecería solo los domingos de forma permanente. Una columna referente a la difusión de arte y por supuesto literatura en todas sus manifestaciones. Esa misma columna se convirtió en una de las más leídas y comentadas por el público en toda la región, un auténtico y rotundo éxito. Que, por consecuencia positiva, convirtió a Alfredo Fermín en el vocero de lo que aconteciera dentro de la ciudad y de la región.

Todo ello sin dejar de lado el rol de defensor de las actividades de las instituciones culturales en la ciudad de Valencia. Como ejemplo, se puede resaltar los hechos de la toma del Ateneo de Valencia, en dónde el licenciado fue de los primeros en defender y, por consiguiente, considerar la recuperación de la misma.

Siempre un gran promotor y animador de la cultura, amante al arte, y defensor de primera a los patrimonios carabobeños.

Como resultado, la distinguida Universidad de Carabobo le otorgó el mejor de los honores, que solo reciben aquellos de verdad merecedores: el Doctorado Honoris Causa que recibió el 22 de mayo de 2014. Con el cual se conmemoró, resaltó y agradeció su gran labor pionera, realizada con pasión y gran dedicación por más de cuarenta años.

Una congratulación a su ejercicio del periodismo, su sobresaliente trabajo y esfuerzo en luchar por la libertad de expresión. Y sin duda un mérito aplaudido por los carabobeños, orgullosos ante un maestro que colocó su energía y tiempo a ser el defensor y cuidador de la ciudad.

Las hermosas orillas de Porlamar por las que dio sus pasos, lo terminaron por dirigir a Valencia. El gran sentido de pertenencia que expresó este margariteño con Carabobo fue inexplicable y, en parte por eso recibió aplausos de pie de ciudadanos a los que logró ganar sus corazones. Los medios de comunicación también lo admiraban, ya que se caracterizaba por su personalidad tan amigable y solidaria. Y, a su vez, por sus grandes contribuciones a la ética y a la transparencia informativa.

Antes de su desaparición física, participó en el conversatorio de Periodismo Cultural organizado por la escuela de Comunicación Social de la Universidad Arturo Michelena, en octubre de 2019, donde resultó muy enriquecedor que  luego de tantos años de trayectoria, pudiese tener la oportunidad de hablar de su pasión y profesión con tanto amor. Tanto fue el caso que incluyó un mensaje de motivación para los futuros comunicadores sociales del país.

Fallece este gran personaje el 16 de junio de 2020 a sus 75 años de edad, luego de otorgar más de la mitad de su vida al diario El Carabobeño. Luego de ganarse el corazón de muchos por su intenso amor a lo que lo rodeaba, el gentilicio, las costumbres, la cultura, su enamoramiento de Valencia. La ciudad no necesitaba un escudo con más resistencia y cuidado que lo que ofrecía Alfredo.

Exitosa. Así se resume su trayectoria. Siempre una mano amiga, siempre un motivador de primera a aquellos que iniciaban en el extenso pero interesante oficio del periodismo.

 

*Estudiante 3er semestre de Comunicación Social

Materia: Periodismo Informativo II

Universidad Arturo Michelena




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