Imaginemos que es 16 de octubre de 2017. El día anterior se celebraron las elecciones regionales en Venezuela. Se eligieron 23 gobernadores de estado. Durante la campaña, el régimen le puso la vida de cuadritos a los opositores, con el uso y abuso de dineros públicos, amenazas a los votantes y a los funcionarios públicos y todas las trampas a las que ya está acostumbrado el soberano. La oposición resistió la ofensiva oficial y llegó al día de la verdad con sus candidatos más o menos enteros.

¿Cuáles fueron los resultados? ¿Qué hizo el CNE? ¿Cómo reaccionó la oposición? ¿Estaba preparada? Son todas preguntas cuya respuesta no está disponible al día de hoy, pero que hay que hacerse con seriedad para que las elecciones sean un punto de inflexión, o al menos terminen con un avance de las piezas opositoras.

Al anunciar varios partidos de la MUD su participación en las regionales, hubo líderes y voceros que soltaron públicamente frases equivalentes a “inscribimos los candidatos y después vemos”. O, puesto de otra manera, aceptaron que la decisión no tenía mucha carnita ni estaba pensada de antemano, sino que respondía a un dogma mayor: las elecciones, sean las que sean y como sean, no se pueden dejar pasar. Hay que anotarse en el juego de los espacios.

Pero lo que empezó con un “como vaya viniendo vamos viendo” no puede ser el caso de hoy. Si el esfuerzo y el costo político de competir van a servir para algo, debe haber una preparación adecuada para lo que pueda suceder. El régimen no improvisa. Su análisis es sofisticado y tiene previstas las movidas para cada resultado probable. Si la oposición no se prepara la van a sorprender mirando al sol, con el agravante de que no será la primera vez.

Como ejercicio, se puede comenzar adelantando algunos escenarios: el gobierno hace trampa, se inventa más de 8 millones de votos y gana el 80% de las gobernaciones; el gobierno inhabilita a la mitad de los candidatos y gana la mayoría con fraude; los votos se cuentan, la oposición saca 80% de los gobernadores pero los van destituyendo por no jurar frente a la ANC; la oposición arrasa y el régimen lo acepta, como sucedió con la AN; las elecciones se suspenden hasta nuevo aviso. Sin ser exhaustivo, cualquiera de estos casos es posible, y cada uno requerirá de una respuesta distinta de la Unidad, más allá de la cantada denuncia frente a una comunidad internacional que no le va a sacar las castañas del fuego. Y aquí se pregunta uno ¿Cuántas neuronas están dedicadas a analizar los casos y proponer respuestas? ¿Hay alguien allá afuera?




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