Parece ser que si no sucede algo imprevisto, dentro de pocas semanas  – tengo entendido que va a ser el primero o el segundo domingo de abril- se va a votar para elegir el próximo Presidente de la República. Como todo el mundo sabe, de acuerdo al artículo 228 de la Constitución Bolivariana, “la elección del Presidente de la República se hará por votación universal, directa y secreta (nada de capta huellas), y se proclamará electo el candidato que haya obtenido la mayoría de los votos válidos”. Como no está prevista una segunda vuelta, como la hay en México, en Perú y en todos los países auténticamente democráticos del mundo entero, para poder abrigar ciertas esperanzas de ganarle al candidato del oficialismo, es fundamental entonces que la oposición se presente con un solo candidato de unidad nacional, cosa ciertamente no fácil porque el gobierno ha “diplomáticamente” inhabilitado a una serie de candidatos opositores con abiertas posibilidades de ganar.

Puede ser del agrado de algunos y no gustarle a otros más todos, con un gran espíritu democrático y con amor a Venezuela, tienen que tomar conciencia de que si se llega a producir una dispersión de votos, es decir si hay dos o más candidatos opositores, la derrota es inevitabile. Es por eso que las alocadas pretensiones a la presidencia de “ciertos personajes folclóricos” de la política venezolana -me refiero a algunos elementos de la  mal llamada “vieja guardia”, en cierta forma responsables de lo que está viviendo el país… y la gente lo sabe -no solamente lucen poco menos que inconsistentes, sino hasta se prestan para malos pensamientos porque su presencia  en la palestra electoral, además de perjudicar las posibilidades de victoria de la oposición, favorece descaradamente el oficialismo.

Porque este gobierno, a pesar de que su génesis brota de una cruenta intentona golpista, es un gobierno que se complace como ningún otro gobierno  de ser “democrático” y necesita, como una razón de vida mantener una fachada democrática para legitimarse frente a los ojos del mundo. Una oposición compacta entonces para tratar de enfrentar con éxito las amenazas de un gobierno vitalicio porque, como decía el Libertador …”nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder”. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía. Creo prudente recordar además, por el bien de la “Democracia”, que el poder no está en los votos, como podría creer un iluso soñador, sino en quien los cuenta…y en este país, desde hace casi veinte años, los votos los cuentan ellos!

Desde Italia

   




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