En este momento es absurdo realizar proyecciones lineales, como si tuviéramos claras todas las variables que determinarán el futuro del país. Estoy de acuerdo con quienes plantean que la política es relancina y podría ocurrir casi cualquier cosa en los próximos meses o años, por lo que proyectar se convierte en un ejercicio con alto riesgo de equivocarse. Aún así, asumimos el reto de jerarquizar variables y compartir algunos supuestos sobre el futuro cercano.

El primero es que no estamos frente a un cambio económico profundo, completo y determinante hacia la apertura, aunque si cerca de un flexibilización. El segundo es que no estamos esperando un cambio de gobierno hacia la oposición convencional, pese a la condición de aislamiento internacional y el pobre soporte popular del gobierno.

Finalmente, no compartimos la tesis de que el país esta al borde de una acción internacional “final” que signifique la salida abrupta del gobierno. Ni esta cerca una invasión militar, ni el resultado de las negociaciones será la salida del gobierno a corto plazo, aunque podríamos esperar algún cambio de conducta. ¿Me puedo equivocar? Por supuesto que si y además me encantaría, pero no estoy aquí para decir lo que deseo sino lo que el análisis racional lleva a pensar objetivamente.

Pero entonces, ¿cuáles son las incertidumbres críticas?

El primero tiene que ver con el modelo económico. Con hiperinflación es difícil imaginar que el gobierno pueda mantener el status quo, pero no nos debatimos entre primitivismo y modernidad, sino sobre que tipo de primitivismo vamos a tener: 1) impermeable, radical, comunizante o 2) flexible, que nos lleva al primitivismo permeable, con algun margen de maniobra privada, caracterizado por la dualización de la economía, en la que el gobierno da espacios restringidos a la inversión privada y al mercado conviviendo con segmentos totalmente controlados por él. Es decir, dos tipos de economía: la publica, controlada, cerrada y populista y la opción de un mercado más abierto, donde los privados pueden servir a los consumidores con acceso a moneda extranjera, incluyendo ahorros externos, remesas, exportaciones, turismo, operaciones fronterizas o compensaciones salariales en divisas.

La segunda incertidumbre se ubica en el plano político. Si bien no estamos esperando cambio de gobierno de la revolución a la oposición, esto no indica que Maduro no corra riesgos de ser sustituido. Sólo que su real enemigo no está en la acera del frente, ni en los Marines, sino dentro de su propia revolución.

Parece que hay una probabilidad más alta de que en el caso supuesto de producirse un cambio de gobierno, este fuera hacia un movimiento disidente interno en el chavismo, con conexión militar y con disposición a negociar con la comunidad internacional, en mejores condiciones que las que podría negociar Maduro.

La incertidumbre crítica sería entonces si en los próximos dos años vamos a ver a Maduro manteniendo el poder o si se puede producir un cambio post implosión hacia un líder chavista disidente y negociador que inicie un proceso de transición, con soporte militar.

Luisvleon@gmail.com




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