Los negociadores de Nicolás Maduro y Juan Guaidó trabajan en Oslo. En la propia capital de Noruega. Ayer la jornada fue intensa, como lo será hoy. Los 7 representantes estarán hasta mañana miércoles debatiendo el punto crucial.
El tema es este: O el régimen de Nicolás Maduro abre el camino para unas elecciones justas y libres o queda en evidencia ante los ojos del mundo y del país civil y militar como el que se niega al cambio y a evitar una tragedia mayor en Venezuela.
El punto es ese. Es lo que se discute. Las elecciones libres y justas bajo vigilancia internacional. Elecciones libres y justas como punto de partida para el cambio democrático, para que se pueda restaurar la democracia, y vuelva la confianza, la confianza para recuperar la economía, la confianza para superar la tragedia social, la tragedia humanitaria.
Por el lado de Guaidó Fernando Martínez Mottola actúa como jefe del equipo, y le acompañan el exdiputado Gerardo Blyde; Stalin González, segundo Vicepresidente de la Asamblea Nacional; y el exrector del Consejo Nacional Electoral, Vicente Díaz. Por el lado de Maduro está el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez; el gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez; y el canciller, Jorge Arreaza.
Escrito así, parece un punto teórico. Visto allá, en el corazón de la mesa, el punto de la discordia. El punto que lo envuelve todo. El punto que ya se comió toda la jornada de este lunes en Oslo. Y que con seguridad se comerá la jornada de este martes. Y entonces se podrá medir si el régimen de Maduro ha llegado, o llegó, con voluntad de negociar de verdad.
Y el equipo noruego está allí, en calidad de testigos, conduciendo, mediando, precisando, tomando notas para el momento y la historia posterior.
Y no es teoría. Los delegados de Maduro intentan jugar con el tiempo. Con los plazos. ¿Ganar tiempo? Y la respuesta que reciben es que el tiempo se les agota. La crisis los presiona. Los argumentos de la delegación opositora van por esta vía:
-El sufrimiento de la gente. Sensible tema para los noruegos. Que oyen. Y que deben estar al tanto sobre los niños muertos en los últimos días por falta de atención médica.
-La presión internacional. Hay varias reuniones en curso. Ayer ALnavío reveló en exclusiva la que se produjo en el Vaticano entre el enviado especial de Donald Trump para Venezuela, Elliott Abrams, el secretario de Estado para la Santa Sede, Pietro Parolin, y el cardenal venezolano, Baltazar Porras. Pero también siguen los contactos entre Estados Unidos y Cuba. Estados Unidos y Rusia. Sigue la actividad del Grupo de Lima y el Grupo de Contacto de Europa, aunque estos más lentos. El mundo está pendiente de la crisis venezolana. Y quiere una solución.
-Nuevas acciones por parte de la comunidad internacional. ¿Cuáles? Se desconocen. Pero de que están sobre la mesa de muchos gobernantes es una opción cierta. Y con este as bajo la manga, presionan los delegados de Guaidó.
-El descontento civil y militar en Venezuela. Pero el descontento en las filas del propio chavismo y del propio madurismo. La presión militar es real. De los militares que han sostenido a Maduro en el poder. De los militares que estuvieron dispuestos a sacarlo de juego en abril. De los militares que dicen que no quieren verse involucrados en un golpe militar. Y para evitar el golpe, presionan a que haya una negociación con resultados.
-El descontento social. El de todos los días, agravado ahora con la escasez evidente de gasolina. Hablar de las otras estrecheces, es llover sobre mojado. Sin embargo, se acerca otra crisis mayor: la de los Clap. El programa de asistencia alimentaria de Maduro, el que usa como arma de control social, va a entrar en crisis por la falta de recursos financieros. Y en el Ejecutivo de Maduro así lo saben, así lo manifiestan.
-El liderazgo de Juan Guaidó. Que no amaina. Que se mantiene. Que se sostiene a pesar del tiempo transcurrido. A pesar de la arremetida brutal contra su equipo. A pesar de que le han desmantelado buena parte del equipo. Al propio régimen le puede resultar una incógnita el fenómeno Guaidó, al que subestimaron desde un principio, al que llamaron muchacho, y ahora no pueden llamarlo así. Es el Guaidó que sostiene viva la protesta. Las expectativas. Y las esperanzas de cambio.
Y los noruegos saben todo lo anterior. El equipo mediador sostuvo reuniones por varios meses con representantes de Maduro, con representantes de Guaidó, con personas independientes, con empresarios, con el fin de hacerse una idea de los que estaba ocurriendo en Venezuela. De modo que a estas alturas sabrán medir quién dice y quién no dice la verdad, quién cierra y quién abre las puertas, quién es proclive y no a la solución.
Aun con todo, el asunto no es fácil. Pero los elementos antes citados conforman un cuadro que permite arriesgar que es posible que haya resultados. Que se produzcan resultados para salir de la crisis. Este es el escenario número 1.
Entonces, se desencadenarán otros eventos – uno de ellos es el militar- que igual terminarán con la salida de Maduro. Ahora, para que el escenario 2 se desencadene, había que pasar por Oslo, había que sentarse a negociar con el fin de que a Maduro se le señale como el problema, como el que cerró las puertas a una solución política. La mejor, que son las elecciones libres y justas.