Nicmer Evans propone que Petro sea mediador de diálogo en Venezuela
Delegados del gobierno y de la oposición de Venezuela en México / Foto referencial: Cortesía (The Associated Press, AP)

Con las declaraciones de Almagro, sugiriendo la convivencia entre chavismo y oposición, se va abriendo, poco a poco, una nueva etapa en la cual pareciera que es de aceptación general que el chavismo debe permanecer en el gobierno, y la oposición, pues, oponiéndose.

Si bien, hasta ahora, esto ha sido así en la práctica, lo novedoso es la aceptación sin protestar, por parte de uno de los adalides de la oposición radical, como lo supo ser Almagro desde la OEA.

Porque de la noche a la mañana, para todo el mundo está bien este arreglo de convivencia, que tiene como argumento homologador, la posibilidad de que haya elecciones presidenciales en 2024, en las cuales haya un cambio de gobierno, desde el chavismo, hacia uno opositor, publica El Nacional.

Convivencia es permanencia

Y tanto es así, que los opositores hasta se plantean hacer elecciones primarias, no para elegir a un líder, sino a un candidato… porque están seguros de que habrá elecciones, y que las ganarán ellos. Hasta los radicales abstencionistas cambiaron su discurso, y gente como María Corina Machado acepta lo de las elecciones primarias, y como argumento de protesta y resistencia dice: «pero que sean sin el CNE». Como si con eso, realmente algo fuera a cambiar.

Porque lo llamativo de esta nueva etapa, que yo llamo de consolidación del chavismo, es cómo se pasó de un extremo al otro, y ahora todos creen, a pie juntillas, que habrá elecciones, y que un opositor las ganará

La “realidad real” es que el poder del chavismo fronteras adentro es tan, pero tan fuerte y sólido, que no solo comienza a sentirse también fronteras afuera, sino que no tendría sentido para ellos pensar en entregar el poder, luego de 25 o 26 años manteniéndolo. Y si, al menos, se pudiera anticipar una candidatura diferente en el chavismo; pero no… Maduro es el hombre del poder y no se lo entregará a nadie, y menos después de las demostraciones de fuerza omnímoda que ha desplegado.

«Gobernante más poderoso»

Multiplicó por, al menos, un millón el precio de la gasolina, liberó el mercado cambiario, puso al dólar a circular libremente, eliminó los controles generalizados sobre la economía, estimuló al mercado de capitales interno y prácticamente abrió las fronteras a la importación, sin que tuviera una sola protesta social o política. Sin mencionar que, cuando los precios internos se dispararon, en vez de salir salvajemente a la calle a sancionar e incautar… Se sentó a negociar.

Es posible que hoy sea el gobernante más poderoso que haya tenido Venezuela en su historia. Y si alguien cree que teniendo una constitución que respalda la reelección indefinida, y estando en la cima del poder, lo va a entregar, pues realmente estaría fantaseando. Y menos que menos cuando la permanencia en el poder es su garantía de libertad.

Todo lo anterior es para anticipar que ni con primarias, ni con elecciones, el chavismo abandonará el poder. No lo hará, no puede hacerlo, no tiene sentido lógico.

Una continuidad del presente

O sea que, si hay elecciones, es porque las ganará, pues de otra manera, no habrá elecciones. Y si las hay, y las gana, pues el futuro será una continuidad del presente.

Y lo anterior, ni siquiera significa que necesariamente haya trampas; la oposición no necesita trampas para perder, su propia volubilidad, hará el trabajo; peleando los unos contra los otros y atomizando sus fuerzas; mientras el chavismo, con su 30% de alcance electoral, más un 30 o 40% de la abstención tradicional, y con que haya 2 corrientes opositoras enfrentándose, ya el chavismo retendría el gobierno con juego limpio.

Con ese panorama de permanencia, ahora al chavismo le hace falta una actualización del Plan de la Patria para poner en “blanco y negro” el nuevo rumbo económico que está tomando la revolución; porque en algún momento terminará arrastrando a lo social primero -ya está ocurriendo- y a lo político después, donde también se sienten aires de cambio, pero la disciplina interna hace que no se manifiesten públicamente.

Una economía sana no tiene ideología

Porque con los cambios económicos mencionados, dejó a sus seguidores sin un soporte conceptual sobre cuál es el nuevo credo; porque lo que está ocurriendo está en la dirección opuesta al Plan de la Patria, que era como la goma de pegar que mantenía unidas las piezas diversas que conviven dentro del chavismo. Sin esa guía, pues hay una especie de deriva que lleva un sentido opuesto al que llevan las nuevas referencias que emanan desde el gobierno.

Porque algo que parece que ha quedado claro en Venezuela -o al menos pareciera estar quedando claro- es que una economía sana no tiene ideología, sino que es “el proceso de creación de riqueza, y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, y los recursos, para satisfacer las necesidades humanas”. Claro que tendrían que profundizar y deslastrarse del estatismo distorsionante que limita la definición que puse entre comillas.

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