Pedido a Cruz de Mayo en El Rincón / Luis Cabrera, 2021 / Fotografía digital

Por: Luis Cabrera / @salteveneno

Venezuela es un país rico en acervo cultural. Son muy diversas e interesantes las
distintas manifestaciones folklóricas y religiosas que podemos encontrar a lo largo y
ancho del territorio nacional. Algunas más conocidas que otras, por la difusión que se
ha desarrollado a su alrededor presentándolas como atractivo turístico, hasta su
trascendencia y valor patrimonial.

La fotografía, a través de su aporte antropológico, permite realizar un registro
sistemático que respalde la labor de los cultores a todo nivel. Y es que, palabreando a
Fontcuberta, en esta era de la ubicuidad fotográfica, imagen y hecho se funden.

En todo caso, ser garante de las manifestaciones culturales de las comunidades más
cercanas cobra mayor importancia, sobre todo en estos tiempos en que la diáspora y la
coyuntura generada por la pandemia han golpeado severamente a quienes han
asumido la misión de mantenerlas vigentes.

Naguanagua es un municipio con una extensa lista de tradiciones y manifestaciones
culturales. El Rincón, celebra desde hace 59 años el Velorio de Cruz de Mayo cada
último domingo de este mes. Son tres generaciones que se han visto involucradas en
continuar con una tradición que si bien la organiza la familia Ramírez, ya es parte del
patrimonio de la comunidad.

En el caso de la Cruz de Mayo en El Rincón, el Primero de mayo la familia Ramírez
sube al cerro de Tazajal a buscar la cruz y llevarla a cuestas hasta casa de la familia; el
día previo al velorio terminan de decorarla, rezan un rosario y preparan la comida y
bebida que ofrecerán a los invitados después de regresarla a la planicie el último
domingo de mayo.

Como cualquier proceso, las manifestaciones culturales tienen sus etapas, hay que
conocerlas para documentarlas porque forman parte de la tradición y tiene un peso
trascendental pues sin esas tareas no se puede llevar a cabo la festividad. En esas
labores se aprecian los rostros de los cultores y sus colaboradores, quienes hacen
posible con su esfuerzo que se mantenga la tradición un año más. No todo es fiesta y
sonrisas, también hay silencios y lágrimas por los ausentes.

Hay cosas que la fotografía no logra capturar, y no hay que castigarle por ello. Son la
oportunidad que tenemos de vivir la experiencia, crecer espiritualmente, ver a nuestro
prójimo con la tolerancia y respetar sus creencias. Son los momentos que nos
permitimos reservarnos para nosotros.

Conversar con los participantes es una práctica muy enriquecedora. Cada quien tiene
un motivo particular por qué asistir año tras año a esta festividad. Algunos lo hacen
para pagar una promesa a la Cruz, otros porque les recuerda esos días en que aún
siendo niños acompañaban a sus padres, y otros porque aprovechan para reunirse con
amistades y recordar momentos que los acercan fraternalmente.

La agencia Magnum Photos lanzó en el 2017 un librillo titulado “Wear good shoes” (Usa
buenos zapatos) con consejos de sus fotógrafos a profesionales y aficionados. El eje

central radica en darse la oportunidad de fotografiar menos, pero caminar más, vivir
más, experimentar más, charlar más, leer más. Tomarse el tiempo para entender
nuestro entorno y luego hacer fotografía.

En un mundo en el que parecemos esclavizados por la inmediatez, un acto de rebeldía
es tomarse un tiempo prudente para interpretar lo que sucede a nuestro alrededor, y
luego, solo luego, hacer de la fotografía un analogón de nuestra experiencia.




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