Bandera en Plaza Montes de Oca / Serie: La ciudad se percibe distinta a dos ruedas / Luis Cabrera, 2020 / Fotografía digital

El fotoperiodismo atraviesa tiempos de replanteamientos. Las plataformas digitales
(portales web, redes sociales, blogs, principalmente) han creado nuevos espacios por
los que viajan información e imágenes, pero también han generado nuevas dinámicas
en el modo en que se comparten fotografías a partir del fantasma de la inmediatez, un
elemento al parecer inherente.

Para poder realizar un análisis de este escenario, debemos comenzar por definir qué
es una fotografía periodística. Una de las definiciones más aceptadas es a la que llegó
Roland Barthes en su ensayo “El mensaje fotográfico”(1961), en el que plantea que la
fotografía periodística es “un objeto de trabajo, seleccionado, compuesto, construido,
tratado según normas profesionales, estéticas o ideológicas, que son otros tantos
factores de connotación; y por otra, esta misma fotografía no es solamente percibida,
recibida, sino también leída, relacionada más o menos conscientemente por el público
que la consume, con una reserva natural de signos”.

El autor, desde su óptica de pensador, nos engulle en una definición a la medida de la
dinámica de trabajo del fotógrafo de prensa. Cada imagen que se publica en los medios
de comunicación debe ser seleccionada a partir de la construcción/composición de la
fotografía in situ que realizó el reportero gráfico. Este material cumple además con una
serie de parámetros estéticos y, sobre todo, tiene una intención connotativa (informar,

sensibilizar, generar una matriz de opinión). Adicionalmente, el público (receptor) no es
solo un espectador pasivo, porque a ellos va dirigido el mensaje enviado por el
fotógrafo (emisor) codificado en imágenes.

Así las cosas, en la fotografía periodística vemos dos mensajes: uno sin código,
referido a cómo la imagen se hace pasar por una analogía de la realidad, es decir, el analogón; y otro con código, que aborda la retórica fotográfica a través de la semiología
de la imagen. La coexistencia de estos mensajes es a lo que Barthes llamó la paradoja
fotográfica.

Esto nos adentra en lo complejo y hermoso de la fotografía periodística como objeto de
trabajo, en la capacidad de generar un metamensaje, en la responsabilidad sobre la
memoria colectiva. A su vez, nos hace cuestionar el modo “silvestre” en que viajan
imágenes por los espacios digitales con un total desconocimiento de estos principios,
en muchos casos en absoluta desconexión de la ética y responsabilidad social,
meramente amparadas en la trampa de la inmediatez.

Son varios los retos a los que está sometido el fotoperiodismo en la actualidad y los
estaremos abordando en este espacio. A la par, en Valencia se están generando
actividades para la discusión de la fotografía, el fotoperiodismo, la concienciación del
espectador/lector de la mano del grupo de fotógrafos Sin Permiso (@sinpermiso_foto) y
el Círculo de Reporteros Gráficos seccional Carabobo (@crgv_carabobo), porque en un
mundo cada vez más visual, no nos podemos dar el lujo de ser una sociedad
visualmente analfabeta.

Por: Luis Cabrera / @salteveneno




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