Akelarre monocromático / Luis Cabrera, 2021

Por: Luis Cabrera / @salteveneno

Leer una fotografía puede ser un ejercicio muy complejo en la medida que entendemos sus múltiples capas de información, su morfología. De acuerdo a Félix del Valle Gastaminza, cuando es vista o analizada como unidad documental se debe evaluar tanto la imagen como el texto que la acompaña, por lo que aparece el concepto de polimorfismo (pluralidad de formas) de la imagen.

Y bajo esta definición, encontramos tres categorías a considerar:

Fotografía sin referente identificable con texto aclaratorio. Cuando no se puede interpretar lo que se ve en la imagen, por lo que se genera una dependencia del texto para analizar su contenido.

Fotografía con referente identificable y texto aclaratorio. Se entiende lo que está contenido en la fotografía, y el texto complementa la información.

Fotografía con referente identificable sin texto aclaratorio. Lo contenido en la fotografía es identificable y la interpretación sólo recae en el espectador, no hay texto que brinde información adicional.

Pero no todo queda ahí, también tenemos que considerar que el espacio donde sea apreciada una fotografía (una revista, una red social, una galería, una parada de autobús, etc), le puede aportar un cambio en su lectura. En otras palabras, el espacio sugiere un uso diferente para la imagen fotográfica pero no asegura un significado. A este fenómeno le llamamos polisemia de la imagen.

En las aulas, bajo la tutoría de Wilson Prada, el maestro nos invita a hacer una revisión morfológica de la imagen en tres niveles: denotativo (lo tangible), connotativo (lo intangible), compositivo (los parámetros estéticos y técnicos que aportan al discurso).

No existe una metodología única para leer una fotografía, el espectador promedio no cuenta con las herramientas de un crítico, un archivólogo, o un curador. Philippe Dubois recomienda plantearse ante toda obra de arte: “¿qué es lo que hay representado?, ¿cómo ha sido producido?, ¿cómo es percibido?.”

Y es que la subjetividad tiene una marcada injerencia en la lectura de la imagen. Cada espectador, desde sus experiencias, sensibilidad, impresionabilidad, apegos (y desapegos), le podrá otorgar una interpretación particular a una fotografía.

Mariela Sancari, nos invita a reflexionar cuando nos plantea que: “La imagen, como el signo, en el sentido en que lo entiende Saussure (1915), no tiene significado por sí misma, sino sólo a través de sus relaciones […]. Compartimos un imaginario nutrido de referencias silenciosas, a veces invisibles, que dialogan entre sí y establecen conexiones y experiencias que nos trascienden, que desbordan nuestro tiempo y habitan múltiples espacios.”

Cada imagen nos habla, mejorar la experiencia desde el espacio donde está siendo apreciada es sumamente importante, nos permitirá contemplarla en su esplendor,

explorarla, leerla, abordar las distintas capas de información. Alejarnos de la pantalla del dispositivo móvil para volver a mirar.




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