Por: Luis Cabrera / @salteveneno
El sistema museístico venezolano ha sufrido fuertes impactos, casi letales. Los presupuestos destinados a estos espacios son cada vez menos cónsonos con el escenario económico, las bienales y salones han ido desapareciendo, y el cierre por pandemia acrecentó las muestras virtuales (entendiéndolas como un bien sustitutivo, a pesar de las diferencias y debilidades que usted les pueda adosar).
Las galerías privadas no han terminado de asumir un rol protagónico en medio de este vacío museístico. Este panorama algo desolador ha promovido que la gestión cultural sea asumida por espacios de una naturaleza enteramente comercial. Por ese motivo vemos muestras artísticas en Cafés, Chocolaterías, Librerías, y hasta en Bares.
Este fenómeno lo podríamos definir como museotopía, la puesta en práctica de una museología alternativa, mestiza, plebeya, sumamente ingeniosa. Desde su interpretación filosófica representa el “no-lugar” institucional. Sin embargo, realizar esto sin unos lineamientos museológicos o curatoriales puede traer consecuencias perjudiciales para el artista y una pobre experiencia para el espectador. Es necesario pasar de la deconstrucción a lo reconstructivo.
La ausencia del orden dicotómico de la cultura y los espacios, parafraseando a Gerardo Zavarce, curador e investigador cultural, quien nos regala una hermosa reflexión cuando afirma que “todo vacío es un deseo de ser llenado”.
Estos espacios pujantes son fiel testimonio del vacío que no logran llenar las redes sociales tanto para los artistas como para los espectadores, actores que ameritan de espacios físicos de contemplación y confrontación de obras.
La fotografía como disciplina artística, ha venido transitando este camino con mucha fluidez, de forma intrépida, retadora. En lo que no hemos reflexionado es sobre cómo estas muestras en muchos casos carecen de un catálogo, terminan sin ser arbitradas, y poco aportan al currículo artístico del autor. La solución: enlaces entre los espacios museísticos tradicionales y los no tradicionales.
Como fotógrafos debemos aprender a respetar nuestra obra. Hay espacios que son para entretenimiento y la fotografía es solo una excusa para brindarle la oportunidad a otras personas de acercarse a esta disciplina. Pero cuando el centro de atención es la muestra del artista, sin duda que el celo por el montaje y aspectos museográficos debe hacerse presente.
Se está haciendo un esfuerzo grande en medio de toda esta coyuntura social y económica. Los espacios emergentes requieren de nuestro apoyo y presencia. Son espacios que nos acercan a una audiencia con curiosidad cultural. Tampoco debemos dejar morir a las instituciones culturales, el país no se ha acabado, y en ellas hay gente muy valiosa dispuesta a trabajar fuera de esas paredes, de transmitir conocimiento.