Por: Luis Cabrera / @salteveneno
La objetividad del autor es un concepto meramente utópico. Cada fotógrafo debe asumir su rol interpretativo y de responsabilidad sobre el mensaje que está generando a través de sus imágenes.
Pero para entender este punto de partida, tenemos primero que asumir el concepto de pluralidad de la realidad. Es decir, no existe una realidad única y absoluta. De un mismo hecho, se pueden derivar tantas realidades o percepciones de realidad como individuos lo presencien (o tengan una opinión al respecto). A partir de esta hipótesis, tiene cabida la posición de Joan Fontcuberta al afirmar que la fotografía es una re-presentación.
Una vez entendido que no existe una realidad universal, la investigación del fotógrafo tiene un rol sumamente importante. Es a través de este proceso de investigación en el que irá accediendo a capas y capas de información para crear su propio criterio sobre el hecho y es entonces donde su interpretación – individual y autoral – tendrá una base para hacer imágenes con un mensaje, y no desde la ignorancia de la superficialidad.
El fotógrafo no puede convertirse en un turista oscuro, cazando tragedias para coleccionar imágenes que conmuevan a un espectador ingenuo, sin que haya un proceso investigativo que lo involucre con lo ocurrido y que le permita ver más allá de lo aparente.
Por ello, debe escuchar las historias a través de los testimonios de los involucrados, despertar un sentido crítico para cuestionar en silencio e ir un paso más adelante, entender que la polisemia puede tergiversar, y que la otredad o alteridad son recursos interesantes para lograr un mayor grado de imparcialidad en la interpretación.
Ser parte de estos procesos nos ayuda a modificar el sentido de la memoria (a partir de la historia), al entender que mucho de lo que acumulamos ha sido resultado de interpretaciones, y no de testimonios fieles y presenciales de los hechos. La historia ha sido escrita por seres humanos, con subjetividades e intereses (buenos o malos).
La fotógrafa española Andrea Santolaya, hablando sobre cómo contar las historias, con un timbre muy jovial y fresco nos regala una bella premisa cuando afirma que “la magia está en buscar”.
