Por: Luis Cabrera / @salteveneno
Durante una visita realizada a la comunidad El Rincón (Campo Carabobo, Municipio Libertador) con motivo de realizar unas entrevistas en algunas casaberas de la zona, uno de los testimonios mencionaba que en la comunidad tenían un santo y que se llama San Eligio González.
Sin duda esto causó una gran curiosidad y al terminar la entrevista cuyo propósito principal era levantar información sobre el casabe como patrimonio cultural, decidimos intentar profundizar un poco sobre la identidad y virtudes de este santo.
Los vecinos nos condujeron hasta la vivienda del custodio de esta figura tan importante para la comunidad, y allí estaba el Sr. Socorro González, sonriente, nos recibió con un cariño como si nos conociera de toda la vida, y por supuesto orgulloso de su responsabilidad.
El Sr. González es fundador de una de las primeras casaberas de la zona, aún recuerda lo duro de la jornada, y de cómo se transportaban tanto los insumos como el casabe en burro hasta las comunidades vecinas para su comercialización. Con mucho entusiasmo nos habla del santo a quien cuida con celo, pues además de fe, responde a una responsabilidad familiar que ha heredado.
De acuerdo al testimonio del Sr. Socorro, en la década de 1890 la Sra. Emilia de González se encontró una moneda de cinco céntimos (una chiva), y se la entregó a su esposo el Sr. Cirilo para que comprara tabaco. El Sr. Cirilo guardó la moneda en un “coroto” dentro de la casa.
A partir de ese momento se empezaron a escuchar personas hablando y no se sabía qué era. Pasa el tiempo y el Sr. Cirilo se dispone a reparar el “coroto” que contenía la moneda y para su sorpresa encontró a la chiva hecha un santo, San Eligio.
Desde entonces las personas acuden a ver el milagro de la chiva convertida en santo. Vecinos y visitantes le piden por salud, cosechas, niños enfermos, mujeres embarazadas, y le pagan con velas, medallas, cadenas, etc.
La Sra. Emilia fallece y el santo pasa a Rosendo González, trabajador de campo, conuquero, comerciante, tenía un arreo de burro, y se encargó de llevarle el santo a las personas que lo pedían en sus hogares.
Cuando el Sr. Rosendo muere, el santo pasa a la custodia de su hijo Socorro González. En la actualidad, el Sr. Socorro con más de 90 años, toca cuatro, violín, tiene un conuco y le profesa una gran fe a San Eligio.
Al momento de realizar la visita y nos permitieron el acceso a la vivienda para ver al santo, nos comentaron con incertidumbre "ojalá el santo se deje ver, porque a veces no quiere que le tomen foto"; el santo se dejó ver. Y en un rincón de esa humilde vivienda, se respiraba fe. Un cajoncito protegía a la moneda considerada santo, y le rodeaban ofrendas que servían como testimonio de los favores a sus creyentes.
En cada torta de casabe que sale de esta comunidad, hay un ingrediente etéreo y único: la fe que le depositan a San Eligio González, como parte de su identidad y el amor a la herencia cultural de esta zona.