De la Serie Arquitectura de Crisis - Luis Cabrera

Por: Luis Cabrera / @salteveneno

El próximo 6 de mayo se celebra el día del reportero gráfico en Venezuela. Una fecha que nos invita a evaluar este importante conducto de la memoria colectiva de nuestra sociedad.

La fotografía ha venido caminando de la mano de la tecnología, se reinventa a sí misma, evoluciona para adaptarse a una sociedad cambiante. El fotoperiodismo no se resiste a esos cambios, los asume, asimila, y promueve. La World Press Photo Foundation ha hecho un importante ejercicio de reflexión al respecto y ha abierto el compás a nuevas maneras de contar historias a través de imágenes.

El registro fotoperiodístico de un mundo multidimensional sobre una superficie plana bidimensional no deja de ser un gran reto. Distintos factores influyen en cómo el lector es capaz de leer cada imagen, donde el carácter universal de la codificación de mensajes a través de la fotografía está entredicho. Por lo que cada clic representa una apuesta del fotoperiodista a la transparencia e imparcialidad.

De acuerdo a cifras manejadas por la World Press Photo Foundation, cada día se ven 5.000 millones de videos en YouTube, se suben 350 millones de imágenes a Facebook, se comparten 4.500 millones de fotos en WhatsApp, y 95 millones de imágenes por Instagram.

Son múltiples los retos del fotoperiodista de hoy en día para poder diferenciarse en medio de esta marea caníbal de imágenes, entre ellos podríamos señalar: Historias que promuevan la libertad de prensa, proyectos de largo plazo, romper la barrera de los estereotipos, adentrarse en el periodismo de soluciones, identificar historias íntimas que conecten e identifiquen con diversos grupos, no negarse a utilizar diferentes soportes audiovisuales.

La intervención de la fotografía era considerada una especie de “pecado capital” en el mundo del fotoperiodismo. Pero desde el World Press Photo han entendido que la imagen fotográfica es una interpretación subjetiva del autor, por lo que se dan esas licencias para estas prácticas, siempre y cuando el autor manifieste que esa imagen fue alterada con fines narrativos.

Estamos frente a una nueva estética del fotoperiodismo, donde la premisa es conectar al mundo con las historias que importan. Donde la imagen se desmarca de ese controversial estigma de la fotografía directa, y se abre a nuevas propuestas con otros axiomas, pero con un mayor peso ético y responsabilidad social a cuestas.




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