Ángel Balán. (Foto cortesía)

En el ambiente musical académico y popular del centro del país es común escuchar el nombre de Ángel Luis Balán, licenciado en música, compositor, contrabajista, pianista, arreglista, productor y docente venezolano, egresado del Instituto Universitario de Estudios Musicales (Iudem), Caracas.

Con más de 30 años de experiencia en los géneros latino tropical, jazz, folclórico urbano, entre otros, es arreglista y compositor titular de la Orquesta Sinfónica de Carabobo y de la Banda Sinfónica “24 de Junio” en Valencia. Le fascina enseñar, formar a la gente. Posee un cuaderno con 22 piezas para piano en las que recrea el estilo de la música venezolana de finales del siglo XIX y principio del siglo XX.

Ángel Luis Balán nació el 21 de junio de 1963 en Valle de Casanay, estado Sucre. En su casa siempre se escuchaba buena música instrumental, desde clásicos, pasando por Paul Mauriat y Franck Pourcel, hasta boleros y música tradicional venezolana. Allí,  por 35 años, funcionó la oficina de Correos de Venezuela, atendida por su madre. Cuando niño, estaba atento a recibir, a las 4:00 de la tarde, la camioneta con las valijas del correo.

“Era emocionante, porque muchas veces venían promociones de discos de música popular de orquestas. Y el cartero Andrés, que era mi compinche, me colaboraba con el tema. En honor a él, dos de mis cuatro hijos llevan el Andrés como segundo nombre”.

Balán vivió una infancia muy feliz, a pesar de que no tenía juguetes muy sofisticados. “De pronto, hasta optaba por construir mis propios juguetes con materiales de desecho”.

Una vez en su pueblo se formó una “steelband”. El maestro quedó tan impresionado con esos instrumentos que decidió construir su propio “steeldrum” con potes de leche que tocaba en el patio de su casa. Así comenzó a interesarse por la música.

Para esa época existía el programa “Cuatro Cuerdas”, en el canal 8, que lo motivó a estudiar con un cuatro prestado, hasta que logró comprar uno con sus ahorros. Le costó 20 bolívares. Fue fabricado por Eugenio Malavé (fabricante de Casanay), de cedro crudo, sin pintura, con clavijas de madera a las que debía pasarle la lengua para que no se rodaran y trastes de varilla de coco.

En las mañanas estudiaba cuatro y en las tardes iba a la escuela, con estricta disciplina

En las mañanas estudiaba cuatro y en las tardes iba a la escuela, con estricta disciplina. “Desde allí empecé a entender que la música era una cosa seria, por lo cual necesitaba instrucción de un especialista”.

Cuando tenía 11 años, su padre lo llevó a la isla de Margarita, donde conoció al compositor y arreglista invidente zuliano Tulio Enrique León, “el artista del teclado”, quien lo impactó. Un día, a sus 14 años, estaba al mediodía en la iglesia y tocaba música de Oscar D´León casi a escondidas. Lo escuchó el director de un grupo bailable de la zona quien, sorprendido, lo contrató con el permiso de su madre.

A los 18 años decidió, con el apoyo de un cuñado, mudarse a Maturín para ingresar a la Orquesta Juvenil de Venezuela, donde estudió el contrabajo: su instrumento principal por 5 años. Por los 80 se fue hacia Caracas donde, aupado por el director de la Orquesta Sinfónica de las Fuerzas Armadas de ese entonces, Rey Cantor, conoció al maestro Ángelo Pagliuca, reconocido trombonista y director de la Orquesta Sinfónica de Venezuela e ingresó a la Orquesta de la GN.

Tras ser director musical de reconocidos cantantes zulianos como Diveana y Leo Díaz, en 1992 llegó a Valencia. Formó parte de varios grupos populares y académicos y en el 2000 retomó la ruta académica e ingresó al Iudem.

Comenzó otra etapa de vida musical.

 

SUEÑOS QUE CUMPLIR

Balán sueña con conocer a Gualberto Ibarreto e invitarlo a cantar con la Orquesta Sinfónica de Carabobo, la cual dirige desde hace 10 años. Aspira seguir con la docencia y fomentar un estilo de corte más académico para la música popular.

El disco de Simón Díaz con la OSC, auspiciado por Egreamigos de la UC, es uno de sus mayores logros, igual que la dirección musical del quinteto de acordeones Confuelle, de la Escuela Juan Sebastián Bach, donde tuvo la oportunidad de arreglar y producir temas del maestro Aldemaro Romero.

-¿Cuál es su filosofía de vida?

-Mi filosofía de vida es servir, crear y enseñar.

-¿Cuál es el futuro de la música en Venezuela?

-Soy optimista. El futuro será mejor, con mayor expansión e inclusión. Para eso estamos aquí.

-¿Ha pensado alguna vez en irse del país?

-Sí, me he ido y he vuelto. Nada como Venezuela.

-¿Se considera un músico contemporáneo o futurista?

-Disfruto de toda la música pasada y presente. Trato de vivir bien el “ahora musical”.




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