¿Será posible que en algún momento se haya pensado en encontrar un tipo característico de nuestra conducta, que quizás sea la forma de conducta que reúna las condiciones para nuestra mejor adaptación como seres humanos, en algunos momentos difíciles, y que incluya una “formula” o razón “salvadora” para enfrentarnos a las situaciones más difíciles? ¿Será posible que en ese formato del que hablamos se incluya, como ingredientes básicos, a activadores como la ansiedad y la violencia? ¡A algunas personas quizás esto, así visto, no les parezca razonable! Pero, es mucho lo que se ha hablado sobre las personas llamadas hiperactivas, compulsivas, incluso nerviosas y decididas, a quienes se les muestra como los siempre ganadores, los que se imponen (triunfadores) en las situaciones más agitadas y exigentes. Con una buena dosis de acción e individualismo: ¡Son los que, en el habla del medio callejero de toda ciudad, llamamos los “zumbaos” o imparables!

El incremento de la agresividad y la ansiedad en la gente, es un elemento muy atractivo para observación y análisis. Así como la agresividad es necesaria en niveles manejables, para responder eficientemente ante el peligro, así también un grado básico de ansiedad facilita nuestra adaptación, la sobrevivencia y los logros, cuando las fuertes presiones naturales y sociales nos “bombardean” con variadas exigencias. Pero, la presencia constante de ansiedad en una persona no siempre es beneficiosa. ¡Puede ser más perjudicial que beneficiosa; y a veces, desastrosa! Cuando alguna persona responde, con frecuencia, a través de sentimientos cargados de ansiedad, debe buscar asistencia profesional, psiquiátrica o psicológica. Por una razón, básicamente aprendida, se presenta ansiedad dominante en las personas. Siempre hemos escuchado hablar de la “sabiduría” del organismo humano. ¡Esto en esencia es verdad; existen buenas bases científicas para soportar esa beneficiosa “sabiduría”! ¡Por algo será!

Pero, ¿cómo hablamos de una “sabiduría” física y mental, cuando entramos con tanta frecuencia en estados de ansiedad que parecen acabar, adormecer o esconder, cualquier forma de sabiduría o conocimiento aparente? A primera vista parece contradictorio. Pero, hay algunos argumentos valiosos, como los de Sarah Edelmann, psicóloga, quien en su sólido libro ‘Cambie su Forma de Pensar’ (University of Sydney, Australia, 2017, Penguin Books), emite una opinión, algo radical, sobre la significación y características de la ansiedad. Según Edelmann, la ansiedad genera sentimientos y sensaciones no agradables, no bienvenidos, incluso perjudiciales; pero, aun así, ha tenido -y tiene- una importante función proactiva en la larga, muy dura y difícil historia,  de la evolución y desarrollo del ser humano. Según Edelmann, la ansiedad es un recurso de acción evolutiva…

Agrega Edelmann que, a través de la historia humana, hemos conocido con muchas pruebas que los ansiosos tienen más ventaja competitiva, y se rodean de mayores recursos y soportes, en la lucha por la sobrevivencia, aunque pudiesen fallar en el manejo racional, cognitivo, inteligente de las situaciones, y cuando sean éstas de una mayor complejidad. ¿Cómo explicar esto? Se observa que los más ansiosos llegan a los mejores estados de agudeza visual y auditiva, a mayor capacidad de vigilancia de estar alertas con lo que ocurra, y mejor capacidad de respuesta corporal, en general, para el escape o la confrontación, ante las amenazas y peligros reales…

¿Hay alguna razón particular atractiva? ¡Sí, la adrenalina!

Las dosis extras en el cuerpo sensibilizan las defensas químicas y biológicas, con mayor fortaleza para combatir el dolor y soportarlo. Una persona con bajos niveles de ansiedad puede encontrarse en serias desventajas ante las amenazas externas, porque tiene una baja capacidad de respuesta protectora en momentos extremos del peligro, ¡que es cuando la adrenalina cuenta! En este sentido, la ansiedad se parece mucho al estrés. Ambos intervienen como eficientes ayudas en condiciones de peligro a la existencia.

Con esta realidad aclarada, nos queda pensar la necesidad de administrar bien la ansiedad, para usarla como energía activadora manejable, pero siempre muy conscientes de cuáles son sus aspectos negativos, y como operan éstos sobre el organismo; particularmente, en el deterioro físico y psicológico (estrés) causado, si este se establece crónicamente en nosotros, y si no podemos diferenciar la ventaja de adaptar las técnicas a cada situación concreta, cuando hayan tantos altibajos y súbitas variaciones. Los seres humanos disponemos del razonamiento para saber qué nos ocurrirá, y actuar, en consecuencia.

Las situaciones donde entra en actividad la ansiedad se reconocen, muy fácilmente, por las evidencias sentidas y observadas. Si no logramos lo deseado, pues, esperemos y sigamos intentando. En confrontaciones violentas, muchos pueden sobrevivir porque cuentan con el respaldo de su ansiedad, estando bien administrada… ¡La ansiedad, entonces, está asi de nuestra parte! ¡Ver para creer! ¡Pero, como siempre, hay que dejar algo por curiosear, nada nos quita que aplicando todos estos y otros razonamientos, encontremos novedades que nos ayuden a hacernos personas más flexibles y veloces, pero dispuestos a responder al toque de ayuda que nos venga desde la adrenalina!




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.