Antonio Díaz
Antonio Díaz sumó una nueva medalla en el plano internacional/ Foto: Prensa SID

Haber sido dos veces campeón mundial y catorce panamericano (probablemente quince a partir de este sábado) no es incompatible con el apetito voraz propio de un debutante: bien lo sabe el venezolano Antonio Díaz, que con 36 años estira su carrera en la élite para vivir en 2020 el estreno olímpico del kárate.

Sin rival en el panorama continental, Díaz afronta a partir del jueves los Panamericanos de ese deporte consciente de que difícilmente se cruzará en Curazao con alguien que le impida sumar un nuevo título en la modalidad de katas. Pero también convencido de que no puede relajarse si quiere conseguir una de las diez plazas, solo diez en todo el mundo, que darán acceso a los Juegos de Tokio.

«En los Panamericanos el reto es superarme a mí mismo, porque en el continente ha subido el nivel pero aún no hay otros karatecas de primera fila mundial. La presión es demostrar que puedo mantenerme hasta 2020», dijo a Efe el número 4 del ránking internacional.

«Han sido muchos años esperando que el kárate fuese olímpico. De otra forma yo ya estaría pensando en la retirada, pero ahora tengo que intentarlo», añadió con firmeza.

Dos fechas recientes y muy próximas entre sí determinaron en 2016 el futuro de Antonio Díaz. La primera fue el 3 de agosto, día en que el COI aprobó la inclusión del kárate en el programa de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La segunda, el 6 del mismo mes. Esa noche el deportista caraqueño vio por televisión, al igual que medio planeta, la ceremonia inaugural de los Juegos de Río.

«Yo estaba viendo aquel espectáculo desde mi casa y pensé que cuatro años después, en 2020, no quería volver a estar otra vez ahí sentado, pensando: ‘¿por qué no lo habré intentado?'», indicó.

«Había estado muy involucrado en toda la negociación de la admisión olímpica, porque formo parte de la comisión de atletas de la Federación Mundial (WKF). Lo viví desde dentro y, aunque ya se esperaba la aprobación, cuando se confirmó para mí fue muy emocionante. Poco después fue la inauguración de los Juegos de Río y entonces tomé la decisión de alargar mi carrera para llegar a Tokio 2020», señaló el doble campeón mundial.

A su edad, y con todo ya demostrado en el kárate, clasificarse y competir con 40 años en los Juegos de Tokio supone «una motivación extra».

«Sería muy bonito cerrar mi carrera con una participación olímpica. Y, además, qué mejor sitio para el kárate que Japón. Y si estoy entre los diez clasificados para los Juegos, pensar en una medalla es posible», aseguró.

Ese reducido cupo de solo diez participantes olímpicos es la principal dificultad que deberán superar los karatecas de primera fila que quieran ir a Tokio.

«El ránking mundial será el baremo fundamental», explicó.

«Habrá que disputar el mayor número posible de pruebas para sumar puntos», añadió.

La mayor parte de ellas se disputará en Europa, por lo que el atleta confía en encontrar nuevos patrocinadores que le permitan viajar allí donde más le interese.

Actualmente imparte cursos y seminarios (el último, la semana pasada en Canadá) que le ayudan a mantenerse económicamente. La Federación Venezolana también le apoya para competir.

Dirige la escuela Inoue-ha Shito Ryu y, aunque estudió Comunicación Social, su futuro tras la competición lo vislumbra asociado al kárate: «Me gusta mucho la enseñanza», confesó.

Antonio Díaz ha sido campeón panamericano absoluto de forma ininterrumpida desde 2008, aunque en total, incluyendo otras categorías inferiores, atesora 14 títulos continentales.

Sus mayores éxitos son, no obstante, los campeonatos mundiales de 2010 y 2012. Afrontó el mundial de 2014 con la intención de sumar un tercer título, pero distintas dificultades, algunas de ellas relacionadas con la salud, le impidieron lograrlo. En 2016 concluyó con una medalla de bronce que le dejó «bien contento».

«Ese hubiera sido mi último Mundial de no haber sido por la inclusión del kárate en los Juegos», admitió.

La disciplina de katas, una serie de movimientos que simulan un combate real, permite a los deportistas mayor longevidad que la modalidad de combate, el kumite.

«La kata es una disciplina muy técnica que exige muchos años de preparación. En las pruebas de combate se pude hacer un campeón en dos años, pero no en katas. La edad ideal serían los 30-34 años, pero en los Juegos de Tokio vamos a ver a una generación de karatecas que estarían ya retirándose, pero que prolongarán su carrera para ser olímpicos», apuntó.

Díaz contempla con satisfacción la creciente popularidad en su país del kárate, un deporte que para él es «una filosofía de vida».

«Disfruto del rol competitivo, claro, pero para mí el kárate va más allá. En mi organización tengo mucho contacto con los jóvenes y veo todos los valores positivos que les puede transmitir este deporte«, dijo.

Su kata favorito, con el que ganó los dos Mundiales, es el ‘suparimpei’. «Viene de China y habla del número 108, porque según la tradición budista hay 108 males que el hombre debe superar», explicó.

«La estrategia» para elegir los katas de una competición es «cada vez más importante» porque, recordó, «no se puede repetir kata y a veces hay que pasar siete rondas, por lo que hay que escoger el mejor posible para cada una de ellas, según el sorteo o el rival».

Díaz reconoció que, mientras ejecuta su kata, la concentración es tan grande que no se inmutaría aunque el pabellón se viniese abajo. «Ahora veo imágenes de la final del mundial de 2012 en París, a la que asistieron 15.000 personas y en la que gané a un francés (Vu Duc Minh Dack), y me sorprendo porque no recuerdo nada».

Los Panamericanos de Curazao comenzarán el jueves pero la competición individual de katas se abrirá el viernes con las eliminatorias y repescas, según un cuadro de emparejamientos que se sorteará el miércoles. El sábado se disputarán las medallas.

Según el último ránking mundial de la WKF, para encontrar a los siguientes karatecas americanos después de Díaz hay que descender a los puestos 17 y 26, que ocupan, respectivamente, el estadounidense Joseph Martínez y el también venezolano Cleiver Casanova.




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