Quizás una mayoría de los seres humanos cuentan con mecanismos biológicos y aprendidos que dificultan los comportamientos deshonestos. Cuando engañamos a una persona, por ejemplo, podemos vivir emociones que nos hacen sentir mal por esa conducta. Pero, mediante el uso de fármacos que interfieren a nuestro sistema nervioso pueden desbloquearse, y aun derribarse, las barreras fisiológicas y psicológicas que nos apartan de las conductas transgresoras o violentas. En experiencias con estudiantes, se ha observado que al tomar medicamentos que desbloquean la conducta deshonesta, tienen el doble de probabilidades de engañar y cometer fraude cuando presentan un examen de conocimientos.
Numerosas observaciones muestran que la respuesta emocional humana, ante una situación emocionalmente cargada, se debilita gradualmente con el paso del tiempo. Esta pérdida gradual puede detenerse, revertirse y fortalecerse de nuevo, si reactivamos la situación o conducta que inicialmente causaba tal respuesta. Las respuestas repulsivas provocadas por acciones negativas, abusivas y cargadas de violencia, pueden aumentar hasta presentarse más y más en forma de evitación y rechazo. Pero, caso contrario, es conocido que las acciones emprendedoras y altamente motivadoras, como las que se viven con la ilusión del enamoramiento en una pareja, pueden perder intensidad aunque se repitan en muchas oportunidades, y aun cuando den beneficios a los enamorados.
Los debilitamientos se observan, también, en las conductas abusivas que buscan “saltarse” o violentar las normas morales, o que ocurren ante situaciones estimadas como positivas y correctas. Esto explica, también, cómo las personas pueden cometer actos de avanzada gravedad o de abierta deshonestidad, actos contrarios a las normativas aceptadas, a partir de acciones previas que anteriormente parecieron ser irrelevantes, de poca trascendencia, o de ninguna significación.
Los resultados son consistentes. Muestran las grandes probabilidades de que con frecuencia e inesperadamente, en ámbitos sociales diversos se cometan actos deshonestos y violatorios, adictivos y acumulativos, como los numerosos que conocemos hoy en los ambientes de la política, en los negocios, en la economía, y en otras áreas. Ahora podemos considerar que este mayor conocimiento sobre cómo funciona la conducta humana en esa pendiente tan resbaladiza de la deshonestidad humana, puede ayudarnos a mejorar las políticas y prácticas ciudadanas, para que controlemos y evitemos la dañina práctica de la corrupción. La corrupción tiene historia en cada persona, no aparece al azar, ni por descuidos, ni por simples tentaciones…