Son tantas y tan variadas las muestras de la crisis multifactorial que atraviesa Venezuela, que el ejercicio de estudiar sus causas, consecuencias, implicaciones y grado de quebrantamiento social constituyen un verdadero reto para el concurso de las disciplinas del saber humano. Atravesamos una regresión estructural y en conjunto de todas las formas institucionales, y aunque las ciencias políticas nos ofrecen desde las tesis de Max Weber, un atisbo hacia los Estados fallidos.

Comprender que la falla de un Estado se pueda medir no solo en la pérdida  del monopolio legítimo de la violencia o en la fragmentación del territorio y en la incapacidad de ofrecer protección a sus ciudadanos, sino en la dialéctica del mal, en el deseo de perpetrarse en el poder por encima del bienestar de los ciudadanos, reviste las conductas propias de una coalición criminal o gansteril en el poder.

El uso del territorio de Venezuela por parte de los grupos irregulares de Colombia, ha supuesto una tensión constante entre las dos naciones desde la llegada del chavismo al poder,  los excesos de Hugo Chávez al reconocer abiertamente que las FARC, eran beligerantes, no sólo escandalizó a la sociedad colombiana, sino que se constituyó en mecanismo de provocación enfermiza expandida desde el giro lingüístico propio de la personalidad vórtice de Hugo Chávez, es menester recordar como el propio ex mandatario, en vida se dedicó a usar estandartes semejantes en los uniformes de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, las cuales ya transitaban el camino de quebrantamiento constitucional al representar a una parcialidad política y hacerse llamar además chavistas y antiimperialistas, entonces la proxemia entre los irregulares colombianos y el gobierno de Venezuela, no es una situación nueva y menos actual.

Hoy cuando el chavismo entró en una inflexión regresiva que le aparta de los fines totalitarios y le confiere atributos y conductas cercanas con una coalición gansteril, que establece vínculos con naciones violadoras de los Derechos Humanos: Rusia, Turquía, Siria, Cuba e Irán, para apoyarse en las fechorías de sostenerse en el poder por la vía del atropello y el asalto a la dignidad humana.Este gobierno además decide coludirse con grupos irregulares que se disputan las vías terrestres del Estado Apure, para fines inconfesables, así que lo vivido en Apure no es un típico enfrentamiento entre un ejército regular de un país y un grupo de forajidos irregulares que incursionan en el territorio, es un enfrentamiento mortal y homicida entre facciones disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que operan libremente en nuestro territorio y el ejército pretoriano, la guardia personal e ideológica de la hegemonía que secuestró el Estado y convierte nuestra existencia en una distopía de horror, en el medio la población civil, los propios militares de bajo rango de nuestras extraviadas Fuerzas Armadas que son inmolados en pos de un inconfesable acto de contubernio con el delito organizado y como es costumbre, el silencio de la burocracia interna de esta heredad, que simula gobernarnos.

Apure es la muestra del Estado fallido, de la necesidad de la neolengua por distraer a la entontecida colectividad de un hecho sin precedentes, enviando contingentes de famélicos ancianos e inexpertos milicianos, incapaces de parapetarse en los supuestos vehículos de transporte. Es este hecho, el de una guerra de utilería, lo que aproxima al socialismo del siglo XXI, con el socing denunciado en “1984” por Orwell. Venezuela es la ficticia y orwelliana  Oceanía, en constante estado de guerra, en alerta perpetua y lista para la ofensiva, con la intención subyacente de mantener a la población dominada y paralizada por el atavismo del miedo, que en los casos de situaciones límites como la padecida por nuestra población constituyen una inutilidad pues tener miedo y paralizarte, no te garantiza que no serás víctima de la ira como política de Estado.

Nada, o muy poco, se ha tocado de este funesto hecho, que deja al descubierto un plan de imbricaciones entre un Estado gansteril y cualquier grupo de irregulares asociados con elementos del crimen organizado, Chávez recibió pletórico a las FARC, copió sus estandartes y brazaletes en los uniformes de las Fuerzas Armadas Nacionales, las cuales fueron abordadas, colonizadas  y expropiadas de paradigmas institucionales distintos a tributar a la irascibilidad y el rencor como locus de acción de una ideología que minó al Estado, lo borro, lo inhabilitó.

Pero para sorpresa nuestra, este no es el único viso o traza de gansterilidad en la hegemonía que hoy nos secuestra, sus vínculos con el hampa común se han hecho visibles, groseramente ostensibles por todos los ciudadanos, primero en 2020, cuando el populoso e inmenso barrio caraqueño de Petare, se viera involucrado en una suerte de reto al orden oficial, y de la mano de un hampón alias Wilexis, le declarase la guerra al aparato policiaco y represor del Estado, ese mismo aparato denunciado por la Organización de las Naciones Unidas, atravesó momentos altamente convulsos para poder aplacar esa posibilidad de escindirse territorialmente de la banda de Wilexis, toda la población entontecida, atolondrada y sin esquemas éticos, además de presentar claros signos de un atroz daño antropológico, comenzaron a emitir imágenes, por las redes que presentaban al líder de esta banda como un salvador de la nación, una suerte de “Zarate” urbano y hamponil escapado de las páginas de la obra de Eduardo Blanco.

La cota 905, ubicada en la avenida Guzmán Blanco, al oeste de la Capital, y cercana a la Vega y a la urbanización el Paraíso, ha constituido en estos últimos días la prueba palmaria de la imposibilidad del régimen por lograr establecer un cuadrante de paz, neologismo que se descodifica como eliminar al adversario disidente, usado como dique de contención social para evitar cualquier acto de protesta popular, frente a esta situación innominada.

Jamás el poder de la lengua pudo renombrar con mayor tino este punto de la “Avenida Guzmán Blanco”, en verdad es una “Cota”, que limita, restringe y excluye al régimen que como aliado empleó a los grupos delictivos que existían allí en la campaña por la presidencia en 2012, recuerdo con claridad en una concentración del Presidente y candidato Hugo Chávez, una pancarta que decía: “Chávez el Hampa está contigo”, la cual causó alarma a una minoría de ciudadanos, por cierto académicos, pero que se ajustó perfectamente al Catre de Procusto de una ciudanía que hacia soportable a la levedad.

Tampoco es cosa nueva esta simbiosis entre el régimen y el hampa común, este connivencia escandalosa entre la hegemonía que nos domina y los irregulares, los ejércitos u hordas de Lina Ron, los Colectivos de la Piedrita, que también mutaron y se hicieron más lesivos, más violentos y menos tolerantes con el régimen que les sirvió de tutela. No siempre la irascibilidad como ejercicio de poder se tributa con lealtad, los atavismos irregulares pueden torcerse y volverse en contra de sus creadores, el “Coqui”, es una suerte de Moderno Prometeo de Mary Shelley,caribeño y malandro, un engendro de irregularidades a la cual llegó esta hegemonía en su intención por permanecer en el poder.

Lo cierto es que esa Cota, que en realidad establece matemáticamente y de manera excluyente los dominios del chavismo, es sencillamente ingobernable, absolutamente imposible de someterse a la autoridad del estado chavista, pues proviene de los extravíos del propio Estado, que permitió la fragmentación territorial, el empleo de grupos de choque y la instrumentalización de la violencia entre iguales, para aplastar cualquier disidencia. Lo grave reside en los elogios y comentarios positivos, por cierto absolutamente censurables hacia el “Coqui”, a quien le confieran capacidades logísticas y de combate que le permitirían a Venezuela recuperar el Esequibo. Estas demostraciones de irresponsabilidad del  lenguaje y del pensamiento, se constituyen en los logros del pseudo hablante, demuestran como un lenguaje pobre empobrece el razonamiento y aún es más grave sí estas demostraciones provienen de un personaje, que recibió formación académica y decidió de manera voluntaria ingresar en las filas de la neolengua que muta la realidad y troca las virtudes en vicios.

Finalmente estas líneas recogen un hecho terrible, estos hechos y los transitados por una terrible crisis multifactorial, siguen haciendo que nuestros connacionales se lancen al mar, para llegar a Trinidad, una Isla que los desprecia pero en la cual tal vez lograrán comer y vivir con  cierto amago de dignidad, a finales de 2020 una balsa naufragó y con ella más de treinta victimas perdieron la vida. En el mar de la felicidad, vuelve a repetirse la pesadilla, de nuevo Güiria es protagonista del horror y del naufragio de un país, de una república y de una nación.

Los náufragos de Güiria, los caminantes que huyen hacia Colombia y la fragmentación de nuestro territorio a causa de la violencia, son el réquiem de un país, el síntoma de una sociedad que está dejando de existir.  La Venezuela que tenemos aún los venezolanos de nuestra edad esta extirpada, inhabilitada para volver a ser lo que alguna vez fuimos, somos un fardo sangrante, una víctima indefensa frente a esta hegemonía con hedor a gases lacrimógenos, odio por la belleza y el orden y necesidad sorda de acallar la verdad, eliminándonos la expresión y la capacidad de comunicarnos.

 

 

 

Rehacer el país supone deslastrarnos de estos polvos, lavarnos estos lodos pastosos hechos costras sobre la moral y la humana necesidad de expresar y ratificar en estas líneas que Venezuela no es el país del “Coqui”, ni de Wilexis. Reviste la misma valentía, coherencia y cohesión lingüística y pedagógica que me habilitan para seguir al frente de mi cátedra libre y aun sin sueldo de la Universidad de Carabobo, pues en mi caso el compromiso reside en salvar de la colonización de la mentira a los jóvenes, esa cohesión y valentía me llevan a escribir y decir sin ambages que el país, es mucho más que el teatro de operación de irregulares, que es más que la violencia cuartelera de Padrino López, más que los insultos constantes de Maduro y sus atropellos a nuestra dignidad, que este país es mucho más digno que las pretensiones del expropiador de periódicos a quien le sabremos dar la pelea, en el terreno de las ideas y de la moral, desde luego en los predios que no conocen.

El rostro de este mi ex país, será curado, y en la hendidura,  por encima de la mentira, encontraremos el verdadero rostro de esta Venezuela.

Por ahora suscribo mi rabia, mi impotencia, mis agobios, los atropellos recibidos, los infundios y las calumnias urdidas desde la falacia de los cohabitantes de este raudal de abyecciones al trapo sucio de la mordaza bárbara. Tal vez no podamos volver a recrear a Venezuela a esa del pasado, pero respiraremos bajo el laurel en jubiloso coloquio, los versos del poeta Andrés Eloy Blanco y la justicia divina y humana, reinaran junto a la decencia, en medio de estos años mustios, sucios y brutales que nos tocaron vivir.

“Viviendo estas los años más sucios de la historia, pero si sobrevives, será tu tiempo, el tiempo de la bondad triunfante y la justicia erguida, donde la voz alcance la libertad del sueño”

Andrés Eloy Blanco




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