Colombia, sin el estelar James Rodríguez, y Argentina, huérfana del goleador Lionel Messi, empataron el martes 0-0 en East Rutherford /Foto: AFP

Colombia, sin el estelar James Rodríguez, y Argentina, huérfana del goleador Lionel Messi, empataron el martes 0-0 en East Rutherford (EEUU), en otro intenso amistoso de laboratorio para probar la sangre nueva de ambas selecciones.

El duelo de titanes ofensivos se planteó, entonces, entre el colombiano Radamel Falcao García y el argentino Mauro Icardi, pero a la buena generación de fútbol de los mediocampistas le faltó la asistencia que pusiera a los artilleros en las puertas del gol.

El encuentro se jugó en el MetLife Stadium de East Rutherford, vecina de Nueva York, con aforo para 82.000 espectadores. Ambos entrenadores interinos, el argentino Lionel Scaloni y el colombiano Arturo Reyes, volvieron a ensayar variantes en procura de consolidar a las dos nuevas generaciones de jugadores que están naciendo.

«Argentina tuvo los mejores momentos en 20 minutos del primer tiempo. Luego la iniciativa la tuvieron ellos. Nos recompusimos pero también sufrimos. Jugamos contra uno de los mejores equipos del mundo como lo demostraron en el Mundial (de Rusia)», dijo Scaloni.

En sus primeros amistosos de esta nueva era el pasado viernes, Argentina había goleado 3-0 a Guatemala y Colombia vencido 2-1 a Venezuela.

«Uno de los objetivos de estos dos juegos fue dar la posibilidad, más adelante, a la persona que quede al frente de la selección absoluta de Colombia de sacar conclusiones», comentó, por su parte, Reyes.

Juego de gemelos 

Cafeteros y albicelestes parecieron equipos gemelos. Lo fueron en mecánica de funcionamiento y dominio del juego. Se lo repartieron por partes iguales. Incluso en la común falta de profundidad.

Argentina encontraba su mejor momento cuando triangulaban con talento y precisión los volantes Giovani Lo Celso, Exequiel Palacios y Gonzalo Martínez. Fueron instantes de buenos pases y 20 minutos a toda orquesta.

El problema esencial es que no encontraban el camino para conectarse con Icardi, aislado y sin sociedades cerca para meter una pared o una diagonal.

Sólo una vez quedó cara a cara con el arquero David Ospina, pero el guardameta del Nápoles le tapó con solvencia el disparo.

Los argentinos sólo inquietaban a Ospina con remates de media distancia. Firmes se mostraron los centrales colombianos Dávinson Sánchez y Jéison Murillo.

A Colombia le pasaba lo mismo, como si fuera un espejo. Se proyectaba con dinámica cuando la pelota pasaba por los pies de Juan Cuadrado o Juan Fernando Quintero, con el apoyo inteligente de Gustavo Cuéllar.

Su dilema, también, era poder hallar un hueco por donde habilitar a Falcao o a Luis Muriel. Y, como si fuera una real simetría, Falcao obligó a un esfuerzo del guardavalla Franco Armani con tiro rasante de media distancia. Fue en los mejores 20 minutos de Colombia.

Y para completar los casilleros mellizos, por un lado el volante argentino Rodrigo Battaglia fue un león en la recuperación de la pelota, tan eficaz como Wilmar Barrios en la orilla de enfrente.

Orden y rebeldía 

Se quebró algo la paridad en la segunda fase. Muriel pudo filtrarse en las filas enemigas y probó con fuerte remate la solidez de Armani. Fue un poco frecuente momento de distracción de la fuerte dupla argentina de centrales de Germán Pezzella y Ramiro Funes Mori.

Otra variante impensada de Argentina fue intentar la penetración con centros aéreos, con las proyecciones por sorpresa del lateral Nicolás Tagliafico.

Lo que tanto esperaban los hinchas argentinos se produjo en el segundo tiempo, con la entrada del volante de ataque Paulo Dybala. Se vieron chispazos de su magia. Icardi dejó de estar tan solo. Scaloni envió a la cancha a Franco Cervi y Cristian Pavón en la búsqueda de ímpetu e intensidad.

«Este es un grupo con un montón de chicos que tienen gran ilusión y ganas de demostrar su juego», dijo Dybala.

Reyes movió, de su lado, el tablero con los ingresos de Carlos Bacca, Matheus Uribe y Nicolás Benedetti en procura de mayor dinámica y frescura. Armani le arrebató a Bacca una pelota en la puerta del área chica que prometía terminar en el fondo del arco. Fueron dos equipos ordenados pero con rebeldía.




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