Cambiar la perspectiva de un apacible viaje a través del océano por una cuarentena en un «camarote de tres metros de ancho por dos y medio de largo» no es lo que esperaba Dante Leguizamón, uno de los diez argentinos que permanecen a bordo del crucero Zaandam, en donde cuatro pasajeros murieron presuntamente por COVID-19.

«Estamos intentando llegar a algún lugar, hacer tierra y poder regresar. Nuestra expectativa y nuestro sueño es poder viajar a Miami y pensar en el regreso a casa», afirmó Leguizamón en conversación con Efe desde el buque.

Además de los diez argentinos que continúan en el Zaandam, otros cuatro que no presentaban síntomas por coronavirus fueron trasladados anoche al crucero Rooterdam en el Canal de Panamá, entre ellos Claudia Osiani y su marido.

«Por ayuda humanitaria anoche se nos dio un permiso para pasar el canal, ahora estamos navegando por el Atlántico. Creemos que vamos a Miami, pero todavía el capitán no nos dio destino», relató a Efe la turista.

Orden de cuarentena a bordo

Todo comenzó el pasado 7 de marzo, cuando el Zaandam, de la naviera Holland America, partió desde el puerto de Buenos Aires con 1.243 pasajeros y 586 tripulantes para realizar una travesía que incluía las islas Malvinas y el sur de Chile, por lo que estaba en el mar cuando el coronavirus comenzó a impactar con fuerza en el continente americano.

Por ese motivo y por llevar a bordo a más de 130 personas con síntomas de una enfermedad respiratoria, incluyendo otros cuatro pasajeros de edad avanzada que fallecieron sin precisar aún las causas, el Zaandam no pudo atracar en ningún puerto de la costa oeste de Suramérica después de que lo hiciera en Punta Arenas (Chile) el 14 de marzo.

Se le prohibió asimismo atracar en San Antonio, aunque sí pudo fondear en las inmediaciones del puerto chileno de Valparaíso para llegar después a aguas panameñas, en donde fue puesto en aislamiento.

Es en ese buque donde está Dante Leguizamón, que viajó invitado por un amigo suyo miembro de la tripulación, con quien comparte cuarentena desde el 20 de marzo en una cabina del primer subsuelo del barco.

«Nosotros estamos acá la mayor parte del día excepto cuatro veces que podemos subir al piso nueve, donde comemos y estamos durante aproximadamente una hora», afirmó el argentino procedente de Córdoba (centro del país).

Traslado de los pasajeros asintomáticos

Una vez en territorio panameño y tras el desconcierto inicial, el Gobierno del país anunció que autorizaba el tránsito por el canal del Zaandam, permitiéndole viajar por la «vía interoceánica» para proseguir «su travesía hacia Estados Unidos».

Fue entonces cuando la Holland America envió a otro de sus barcos, el Rotterdam, al Canal de Panamá, para recoger a todos los pasajeros asintomáticos -unos 400- con la intención de que unos y otros estén en una situación mejor y más saludable.

Pese a que «nunca» tuvo síntomas de coronavirus, Dante no pudo ser trasladado como «casi el 70 % de los pasajeros» al otro barco, puesto que fue invitado por un miembro de la tripulación y todos ellos tienen la obligación de permanecer a bordo, en cuarentena.

También los pasajeros trasladados al Rotterdam, como Claudia, tienen la obligación de estar en aislamiento aunque no estén enfermos.

«Se nos pasó a las habitaciones con absoluta cuarentena, no es que estemos en el Rotterdam de crucero. Estamos encerrados en nuestro camarote para cuidar que no haya más casos y para observar que nosotros no demos ningún síntoma», dijo Osiani.

Sin nervios, ni malos momentos

Pese a la tensión vivida durante el viaje, Dante confesó que ahora mismo «no hay nervios ni malos momentos», especialmente después de que la empresa liberase internet para que todos los pasajeros pudieran comunicarse con sus familias, algo que «relaja mucho la situación adentro».

«Los catorce argentinos que éramos originalmente seguimos en contacto y está todo bien entre nosotros», agregó.

Tanto Claudia como su marido están «bien» también, tienen «bastante equilibrio» psicológico y no presentan señales de haber enfermado, aunque se trata de «una prueba muy difícil» para ellos.

«No tenemos absolutamente nada más acá más que una televisión, que es muy escueta y está todo en inglés. (Al menos) tenemos la suerte de tener un camarote con ventana, así que vemos el sol y el mar», apostilló.

El buque continúa su viaje hacia Florida

Desde el Rotterdam todavía no anunciaron a los pasajeros su destino, pero la naviera señaló que confía en llegar pronto a Port Everglades, en Fort Lauderdale (Florida).

En ese sentido, Osiani manifestó que la Cancillería argentina «tiene absolutamente todos los datos» y les trasladó «tranquilidad».

«La Cancillería argentina en Miami se hará cargo de los argentinos (cuando lleguen a puerto), pero de esto no se sabe nada. Creemos casi seguro que, como el barco es americano, estamos yendo al Ford, que es lo que se nos dijo en su momento», atestiguó.

Respecto a la situación del Zaandam, el alcalde de Fort Lauderdale (Florida), Dean Trantalis, señaló este domingo que no permitirá que el crucero atraque en el puerto de esa ciudad y sugirió que lo haga en una base naval por razones de seguridad.

«No podemos crear un nuevo riesgo para nuestra comunidad en medio de nuestra propia crisis de salud», escribió el alcalde en un comunicado.

Trantalis afirmó que la Guardia Costera y el Departamento de Seguridad Nacional deben establecer un plan para proteger a la población. Sugirió que hay muchas bases de la Marina en la costa este de EE.UU. que podrían acoger al crucero.

En cualquier caso, la esperanza de Dante, Claudia y del resto de argentinos es la misma: poner un pie en tierra firme y volver cuanto antes a casa.




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