Bautizado como "Piezoelectric Violín", es un instrumento musical cuyo sonido es producido por un fenómeno conocido como Piezoelectricidad. (Cortesía)

Con unas formas y sonidos que hacen pensar en algún planeta situado a años luz de la Tierra y de sus «luthiers», los violines y otros instrumentos musicales creados con impresoras 3D por dos argentinos asombran siempre al público.

Seis de estas «esculturas sónicas», como las denomina Eric Goldemberg, creador del estudio Monad de arquitectura y diseño junto a su esposa Verónica Zalcberg, son el centro de la primera de una serie de exposiciones tituladas «Sujeto a interpretación» que van a poder verse a partir de hoy en Miami, en el Museo Judío de Florida.

La institución perteneciente a la Florida International University (FIU) y dirigida por Susan Gladstone se propone con estas exposiciones honrar la contribución de los judíos al estado de Florida desde el siglo XIX.

Goldemberg y Zalcberg, naturales de Buenos Aires pero radicados en Miami desde hace unos doce años, llevan tiempo viviendo por temporadas como unas «estrellas de rock», según dijo a Efe el primero de ellos, que hizo un posgrado en la Universidad de Columbia (EE.UU.) y hoy es profesor de arquitectura en FIU.

Eso ocurre cuando llevan sus instrumentos de formas futuristas y sonidos propios de la música experimental de gira para mostrarlos en museos, galerías y festivales tecnológicos de todo el mundo.

Con ellos han visitado ya países como Alemania Reino Unido, Rusia, China, Japón, la República Checa y Estados Unidos.

En el Museo Judío de Florida se muestran seis de estos instrumentos, todos eléctricos, creados en impresoras para reproducir objetos en tres dimensiones y apodados por algunos medios de prensa como los «3DVarius».

La exposición presenta un violín hecho en una impresora con miles de capas de titanio, un violonchelo en plástico, dos bajos, una guitarra y un instrumento de la familia de las tubas, así como una instalación artística y sonora creada también por Monad Studios y titulada «La Cole», que alude a la conexión entre distintas comunidades judías.

Falta el piano, que a la vista de los modelos hechos en computadora será visualmente el más impresionante de todos estos instrumentos que trascienden la funcionalidad musical.

Goldemberg dijo a Efe que a principios de 2018 se presentará el piano, como parte de un acuerdo comercial entre Monad, el tradicional fabricante de pianos Blüthner y Piano Spain, con sede en Málaga (España), que se encargará del desarrollo comercial de este instrumento futurista.

El precio de venta del piano Monad será de unos 200.000 euros (unos 235.000 dólares) y podrá «costumizarse» a gusto del cliente, pues se trata tan solo de cambiar colores y formas en un archivo digital.

Según explica Goldemberg, los instrumentos no están pensados para ser utilizados para interpretar piezas o conciertos clásicos, aunque son muchos los músicos que han experimentado con ellos, en muchos casos como un reto pues los hay de una sola cuerda o a lo sumo de dos y les obliga a salirse de su «zona de confort».

En la recepción inaugural de la exposición, Michael Klotz tocará el violín fabricado en titanio con impresora tridimensional y Jason Calloway tocará el violonchelo.

Estos dos instrumentos cuentan cada uno con un «piezo», un pequeño micrófono externo que se conecta con el amplificador y que, según donde se coloque, produce un tipo de sonido.

Además, el compositor Jacob Sudol ha creado unos sonidos interactivos para «La Cole» usando transductores sónicos en cada panel de la instalación.

«Me apasiona la música, pero no sé tocar ningún instrumento», dice Goldemberg cuando se le pregunta como a él y a su esposa Verónica les dio por diseñar estos instrumentos.

Según dice, la idea surgió de un dialogo con un músico, «luthier» y escultor amigo suyo, Scott F. Hall.

Sus formas están inspiradas en la vegetación lujuriosa de Miami y especialmente en los banianos, un tipo de ficus cuyas semillas germinan en una grieta de un árbol huésped o de un muro o edificio y va creciendo hasta que sus raíces aéreas forman un pseudotronco.

«Siempre nos ha obsesionado» ese árbol, dice Verónica Zalcberg. «Seguimos fascinados por las formas de estos árboles y cómo se prenden de troncos existentes. Toda esta instalación (en el Museo Judío de Florida), al fin y al cabo, se trata de raíces y crecimiento», subraya.




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