Una madre cuyos tres hijos pequeños halló la policía de Los Angeles en su apartamento del Valle de San Fernando el sábado por la mañana terminó arrestada tras huir del lugar y consolidarse como la principal sospechosa de lo que se asegura resultó un triple homicidio.
Reporta Los Angeles Times que la mujer, identificada como Liliana Carrillo, quedó detenida en el condado de Tulare, luego que protagonizara una persecución a larga distancia en la que supuestamente robó una camioneta pickup en Bakersfield, según la reseña policial.
La abuela de los niños llamó a la policía después de que descubrió a los niños muertos el sábado por la mañana en el interior de uno de los apartamentos de un complejo habitacional en la localidad de Reseda. La madre se había ido.
Los oficiales respondieron al llamado de la cuadra 8000 de Reseda Boulevard alrededor de las 9:30 a.m. y descubrieron los cuerpos de los tres niños, de dos años, tres años y seis meses en el interior. Los informes iniciales indicaron que los pequeños habían resultado apuñalados, pero las autoridades no confirmaron la causa de la muerte ni señalaron algún motivo para los asesinatos.
Vecinos abrumados
Elizabeth Cuevas, quien vive en el apartamento de arriba del lugar donde ocurrió el crimen, dijo que conoció a uno de los niños, “una niña dulce que le preguntó alguna vez si podía acariciar su mezcla de chihuahua. Ella era un angelito perfecto, preciosa más allá de lo que puedas imaginar”. Dijo que la niña era la del medio y que creía que los otros dos niños eran varones. También aportó que el crimen no tiene ningún sentido para ella, porque le parecía que los niños lucían muy amados.
Ella nunca escuchó gritos provenientes del apartamento, solo el sonido de dibujos animados, que dijo que se podían escuchar a todas horas, a veces hasta las 10:00 p.m.
Melody Yepez y su esposo, Edward, ambos de 64 años, que han vivido en el edificio al otro lado de la calle durante 10 años, dijeron que los asesinatos los sorprendieron. La pareja había ido al banco el sábado por la tarde y regresó a casa para encontrar el vecindario inundado de policías.
Mishal Hashimi, de 35 años, y su hija, Ayesha, de seis, han vivido en el vecindario durante dos años. Hashimi dijo que querían mudarse porque sienten que el área no es segura y no quiere que su hija asista a la escuela primaria de allí. “Esto sucedió justo en frente de nuestro apartamento. Está demasiado cerca de nosotros”.
Por su parte, otra vecina, Corina Huertas, de 28 años, dijo que ha vivido al otro lado de la calle durante dos años y se sorprendió al enterarse de los asesinatos. “¿Quién le hace eso a niños inocentes? No pidieron nacer”.
Con información de Los Angeles Times.
