Ataques rusos
La situación es diferente entre distintas ciudades. Foto archivo: Cortesía AP

Los ataques rusos contra las infraestructuras y zonas residenciales en el este y sur de Ucrania continúan casi a diario en medio de los avances logrados por el ejército ucraniano en las zonas ocupadas.

Los lanzamientos continuos de misiles muestras que las ciudades ucranianas siguen siendo un objetivo militar ruso en medio de informaciones como la movilización parcial rusa o la liberación de más de 200 prisioneros de guerra ucranianos.

Por ejemplo, una serie de ataques contra una torre de televisión y otras infraestructuras en Zaporizhia la madrugada del jueves dejó al menos una persona muerta y cinco heridas, mientras que en Nikopol, a unos cien kilómetros al sur, los cohetes rusos mataron a otro civil y dañaron varias viviendas.

Más tarde, una alarma aérea sonó en toda Ucrania, lo que indica que se lanzó un misil ruso y podría llegar a cualquier parte del país.

La situación es diferente entre distintas ciudades. En Leópolis, cuando suena una alarma, las tiendas se cierran a toda prisa pero en general el riesgo no se percibe como muy alto.

Ataques rusos

En Járkov, en cambio, la situación es diferente. «Como mucho, tienes un minuto para esconderte cuando suena la alarma y a veces se enciende después de que se haya producido el impacto», explica a EFE un vecino, Mykola, por teléfono.

Rusia sigue atacando la ciudad incluso después que la contraofensiva ucraniana la dejara fuera del alcance de algunos de sus obuses.

«La frontera está a unos 40 kilómetros y no hay nada que podamos hacer al respecto», dice, refiriéndose a que Rusia lanza misiles desde dentro de su territorio.

Más recientemente, Rusia apuntó a una planta clave de producción de electricidad, lo que sumió partes de la ciudad en la oscuridad durante un día.

Varios edificios residenciales también han sido atacados a lo largo de las últimas semanas con seis personas heridas y 10 personas rescatadas bajo los escombros el miércoles.

Aun así, la gente vuelve cada vez más, dice Mykola. «Solíamos acelerar hasta 120 km/hora en nuestro automóvil para permanecer lo menos posible al aire libre debido a la amenaza de los ataques rusos. Ahora la ciudad vuelve a estar llena de coches».

Una situación dificil

Viktoriia es una de las que regresaron. «El sonido de un proyectil destrozando el cemento es algo que no podré olvidar», dice. En abril, se vio obligada a huir después de que una bomba rusa matara a una niña de 2 años y a su abuela cerca de su casa.

Ella dice que la intensidad de los ataques de Rusia ha disminuido, pero la situación en la ciudad es difícil con mucha gente sin trabajo y los precios subiendo. Sin embargo, subraya que la guerra ha unido a la gente y subraya la importancia de la unidad y el apoyo mutuo.

Viktoriia solo ve un final a esta guerra a pesar de las noticias de movilización en Rusia: «La victoria del pueblo (ucraniano) que ha estado luchando contra varios invasores, en su mayoría rusos, durante toda su historia», dijo.

«La movilización en Rusia no supone ninguna diferencia para nosotros», coincide Volodímir, un soldado de la brigada 24 del ejército ucraniano, que se encuentra de breve permiso en Leópolis para asistir al entierro de su amigo que también luchó contra los rusos.

«Sólo significa que tendremos que matar aún más de ellos y también implica que sus pérdidas son críticas», dijo.

Liberación de soldados ucranianos

La noticia sobre la liberación de 215 soldados ucranianos la madrugada del jueves ha tenido una gran difusión en el país.

Cinco comandantes de las unidades militares que resistieron el asedio de la planta «Azovstal» en Mariúpol durante casi tres meses fueron canjeados por 55 prisioneros de guerra rusos.

Deben permanecer en Turquía «en condiciones cómodas hasta el final de la guerra», según el presidente Volodímir Zelenski, quien agradeció al presidente turco Tayiip Ergodan por su «papel de liderazgo» en la organización de la liberación.

Otros 200 soldados ucranianos y 10 ciudadanos extranjeros, incluidos 108 soldados del regimiento «Azov», fueron intercambiados por Viktor Medvechuk, un oligarca y político ucraniano prorruso que fue detenido en abril después de un intento fallido de salir del país y estaba bajo arresto domiciliario.

El intercambio de prisioneros es el mayor desde el comienzo de la invasión rusa hace casi siete meses y solo el segundo después de que unos 50 prisioneros de guerra ucranianos fueran asesinados en el campo de prisioneros controlado por Rusia en Olenivka el 29 de julio.




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