Foto referencial (EFE)

La tensión ha aumentado hoy en las calles de la capital sudanesa, donde miles de personas permanecen concentradas en los alrededores de las principales sedes del Ejército, a pesar de los intentos de la Policía de desalojarlas, que han acabado con la muerte de un soldado que intentaba proteger a los manifestantes.

Un militar sudanés ha muerto y otros ocho han resultado heridos en un tiroteo con las fuerzas de seguridad, tal y como informó el Comité Central de Médicos de Sudán, un sindicato opositor, y confirmó una fuente hospitalaria a Efe, que detalló que el militar recibió impactos de bala en el pecho y en la cabeza.

«Las unidades del Ejército protegieron a los que participaban en la sentada, después de la intervención de las fuerzas de seguridad para dispersar la protesta por la fuerza», dijo a Efe el activista Ali Ibrahim, miembro de la Asociación de Profesionales de Sudán, un sindicato opositor que ha liderado las movilizaciones desde su comienzo el pasado 19 de diciembre.

A pesar de la violencia, decenas de miles de personas se encuentran en los alrededores del cuartel general del Ejército y de la sede del Ministerio de Defensa, ubicados a un kilómetro y medio del centro de Jartum.

Tal y como pudo constatar Efe, muchos manifestantes se han unido a la acampada de protesta después de haber llegado a este lugar desde otras partes de la capital y de las localidades vecinas de Um Durman y Jartum Norte.

Por su parte, la coalición de partidos y sindicatos opositores sudaneses «Fuerzas de la Libertad y el Cambio» ha pedido hoy de nuevo el apoyo del Ejército para expulsar del poder al presidente Omar al Bashir, que se enfrenta a la peor crisis de su mandato de casi 30 años.

Ese grupo ha afirmado que la sentada en las calles proseguirá hasta la renuncia del jefe de Estado y ha informado de que ha creado un «órgano político para comunicarse con las Fuerzas Armadas sobre una transición de poder negociada», según un comunicado leído por el presidente del opositor Partido de la Conferencia, Omar al Daquir, en la acampada.

También estuvieron presentes Sediq Yusef, líder del Partido Comunista sudanés; Sara Nugadallah, secretaria general del principal partido de la oposición, el islamista Al Umma; y Asmaa Mohamed Taha, presidenta del Partido Republicano.

Por su parte, el primer vicepresidente y ministro de Defensa de Sudán, Auad bin Auf, ha asegurado hoy que «las Fuerzas Armadas aprecian los motivos de las protestas y que no están en contra de las ambiciones, aspiraciones y deseos de los ciudadanos», pero al mismo tiempo ha advertido de que «no van a permitir que el país se deslice hacia el caos ni van a tolerar cualquier brecha en la seguridad».

El recién nombrado ministro de Defensa ha agregado, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias estatal SUNA, que existen algunos sectores que «quieren crear grietas en las Fuerzas Armadas y entre los integrantes del sistema de seguridad» de Sudán.

Bin Auf ha remachado que no van a permitir que eso ocurra, en una especie de amenaza velada y un respaldo tácito a Al Bashir, que procede de las filas del Ejército.

Por otra parte, el ministro de Interior, Bishara Yumaa, ha informado hoy al Parlamento de la muerte de seis personas durante las protestas en Jartum este fin de semana, además de una séptima víctima en la región de Darfur.

En una sesión retransmitida por la televisión sudanesa, Yumaa ha agregado que 15 civiles y 42 miembros de las fuerzas de seguridad resultaron heridos entre el sábado y el domingo.

Según el titular de Interior, 10.000 manifestantes participaron en la concentración junto al Ministerio de Defensa y la sede de la comandancia del Ejército el pasado sábado y un total de 2.096 personas fueran detenidas el sábado y el domingo en el marco de las movilizaciones.

Las protestas comenzaron en Sudán en diciembre motivadas por la carestía y la inflación, pero pronto se tornaron en contra de Al Bashir y, el pasado fin de semana, tras la dimisión del presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, recobraron fuerza tras varias semanas de estancamiento. EFE




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