Autor material del doble homicidio de adolescentes en Táchira llegó a asistir al velorio
Evidencia incautada en la investigación relativa al doble homicidio en La Azulita / Foto: Cortesía (La Nación)

El presunto autor del doble homicidio registrado el pasado 26 de abril en La Azulita, al sur de Táchira, identificado como Juan José Rengifo López, de 33 años de edad, llegó a asistir al funeral de las víctimas, dar el pésame, rezar el novenario e incluso acompañar a los deudos al entierro. Durante todo el tiempo que pasó, antes de su vinculación con el crimen hasta se mostró colaborador en exceso, lo que llamó la atención de las autoridades.

Reseña la web del diario regional La Nación que intentaba evitar que le consideraran sospechoso y confundir el accionar de las autoridades encargadas de las investigaciones sobre las muertes de Karla Luzbey Sánchez R., de 16 años de edad, estudiante, y de su amigo y compañero de estudios, Énder Alexánder Castillo Prieto, de 15 años.

Ambos presentaron múltiples heridas con arma blanca. La muchacha sufrió tres heridas, en tanto que al joven le localizaron 34, lo que muestra el ensañamiento con que se le atacó. Los detectives determinaron que el móvil del crimen fue pasional y que, en tanto que la muchacha no correspondía a su victimario, este se dispuso a matarla.

El día del crimen confundió el rol de Castillo Prieto, al vincularlo sentimentalmente con Sánchez, de quien había escuchado que ya tenía una relación.

Investigado discretamente

Los investigadores del Cicpc supieron que hasta el mes de noviembre laboró en un matadero de reses de la zona sur del estado Táchira y que posee una finca dedicada a la cría de cachamas, conocida como “La Carolina”, que también colindaba con la casa de la estudiante asesinada. Era una persona de plena confianza de la familia Sánchez, ya que lo conocían de años.

El desmedido interés de Rengifo por saber cómo iban las investigaciones también llamó a sospechas y la sonrisa que se dibujaba en su rostro cuando los detectives le comentaban que no tenían nada y estaban desorientados, no pasó desapercibida. El sujeto no sabía que estaba siendo investigado de manera discreta.

Los detectives lograron averiguar que, desde el mismo día en que ocurrió el doble homicidio, el comportamiento de Juan José sufrió un cambio radical. El hombre, tranquilo y amable, de pronto se tornó huraño y agresivo con el paso de los días. Se volvió agresivo con su esposa, a quien atacó en varias oportunidades, y ya no podía dormir con tranquilidad. En las noches despertaba azarado, bañado en sudor y muy nervioso.

Pronto la atención policial se centró en él y procurando no despertar sospechas trataron el tema de su comportamiento y éste se limitaba a decir que el crimen lo había impactado mucho por la amistad que tenía con la joven.

Una revisión del celular de la estudiante fallecida permitió descubrir que la misma había iniciado una relación amorosa con un joven del sector y que recibía mensajes de texto de parte de la esposa de Juan José, como amiga, pero al indagar más se estableció que algunos de estos mensajes no habían sido escritos por la mujer, sino por su esposo.

Un amor no correspondido

Poco a poco, el círculo se fue cerrando y se descubrió el interés del individuo por la joven, a quien en varias oportunidades le propuso entablar una relación amorosa, lo cual era rechazado por la muchacha.

Atormentado por ese amor no correspondido, asumió un comportamiento violento y al enterarse que estaba de novia con un muchacho de la zona se enfureció, al punto de amenazarla.

El día 26 de abril, cuando ocurrió la tragedia, la chica se encontraba sola, lo que Rengifo aprovechó para importunarla con sus pretensiones románticas. Ella estaba frente a su casa, esperando a su amigo Castillo Prieto, quien había quedado en buscarla para ir a un curso de nivelación.

Cuando ella lo ve, comienza a gritar en solicitud de ayuda, pues Rengifo, reclamándole por su más reciente relación amorosa, intenta agredirla con un cuchillo. El joven rápidamente acude en su auxilio. Ambos resultaron atacados mortalmente, tras lo cual el sospechoso corrió hasta la zona boscosa, donde algunas personas lo vieron ingresar.

El hombre solo bordeó la casa vecina y llegó a su residencia, de donde salió a la calle, simulando sorpresa y tratando de prestar ayuda a la muchacha, que ya había muerto.

Admitió los hechos

En vista de todo ello, se le dictó medida privativa de libertad. Ante el tribunal, terminó por admitir los hechos. Los funcionarios presentaron pruebas contundentes, entre ellas dos armas blancas, tipo cuchillo, y las ropas ensangrentadas del sospechoso. También el teléfono celular de la víctima, con los mensajes que el sospechoso le escribía.

La captura del hombre ocurrió en su vivienda, en momentos que se disponía a dejar la zona, aduciendo estar muy afectado por lo ocurrido. Las investigaciones estuvieron coordinadas por la Fiscalía 14ta del Ministerio Público en la entidad andina.

Con información de La Nación.




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