El director de orquesta Daniel Barenboim. Foto: GTRES

El músico argentino-israelí Daniel Barenboim cumple este martes sus 80 años sin poder tomar la batuta, por razones de salud, pero valorado como un «maestro» y pianista universal, wagneriano apasionado y figura comprometida con la paz en Oriente Medio.

Barenboim tenía previsto celebrar su cumpleaños en la que es su casa desde hace treinta años, la Staatsoper Unter den Linden, la orquesta nacional berlinesa, con un concierto compartido con su amigo Zubin Mehta.

El pasado octubre el músico comunicó, vía Twitter, que se le había diagnosticado una afección neurológica grave, lo que le obligaría a cancelar compromisos, especialmente a la batuta; unas semanas después, la Staatsoper informó de la cancelación del concierto con Mehta.

Se confirmó así lo que parecía inevitable. Ya en agosto, la misma Staatsoper comunicó que Barenboim no tomaría la batuta para el esperado estreno del «Anillo del Nibelungo». Le relevó en la tarea Christian Thielemann, el otro gran maestro del universo wagneriano.

Barenboim «vive y encarna el poder de la música para unir a los pueblos», afirmó ante el cumpleaños el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, a través de un comunicado.

«La orquesta Divan Este-Oeste, fundada entre Usted, Edward Said y Bernd Kauffmann es una muestra de que el arte es un camino que puede conducir a la paz», prosigue el presidente.

Dicha orquesta, fundada en 1999 para agrupar a jóvenes músicos de Oriente Medio, tuvo su continuidad con la Academia Barenboim-Said, inaugurada en 2016 en un edificio vecino a la Staatsoper. Además de conciertos de alto rango en la sala Pierre Boulez, diseñada por el arquitecto Frank Gehry, se forma ahí a jóvenes árabes e israelíes. Además de música, aprenden filosofía, historia y literatura.

Habilitar como academia lo que fue un antiguo almacén de la Staatsoper, catalogado como patrimonio artístico, es uno de los prodigios que Barenboim ha conseguido para Berlín, la ciudad de adopción de ese ciudadano del mundo de nacionalidad múltiple (además de la argentina e israelí, tiene la española y la palestina).

Una de las batutas más aclamadas

Barenboim, nacido en 1942 en Buenos Aires, hijo de un matrimonio judío de ascendencia rusa, ambos pianistas, dio su primer concierto de piano con siete años en su ciudad natal. Poco después se trasladó su familia a Israel y unos años después empezó a sorprender al piano en Salzburgo, Viena o Roma.

Con 22 años debutó en la Filarmónica de Berlín; a partir de ahí arranca la lista casi interminables de grandes orquestas ante las que ha llevado la batuta, sea la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Nueva York, la de París o Chicago, donde fue director titular durante 15 años.

Su tarea existencial es la reconciliación entre palestinos e israelíes, compromiso compartido con el crítico musical palestino Said, fallecido en 2003, un año después de recibir junto con Barenboim el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia. En 2005 logró algo que parecía imposible: ofrecer en Ramala un concierto con sus músicos israelíes y árabes.

Con la misma pasión interpreta al compositor maldito en Israel, Richard Wagner. Ha sido una de las batutas más aclamadas del templo wagneriano de Bayreuth, el festival que los herederos del compositor pusieron a los pies de Adolf Hitler durante el Tercer Reich. Y en 2001 rompió un tabú al interpretar a Wagner en Jerusalén.

«La música no es un oficio, sino una actitud ante la vida», escribió Barenboim a finales de octubre en una columna para el semanario alemán «Die Zeit».

«En Barenboim confluyen cinco vidas: el director de orquesta, el pianista, el impulsor de proyectos como la orquesta Divan, el ser familiar y la figura universal de la música», apuntó en ocasión del 80 cumpleaños el director general de la Staatsoper unter den Linden, Matthias Schulz.

A medio camino entre lo familiar y lo musical ocupa un espacio destacado su hijo Michael Barenboim, de 37 años, violinista y muy presente en la programación de la sala Pierre Boulez.

En lo que respecta a la Staatsoper, Barenboim prorrogó hace dos años su contrato hasta 2027. En medios berlineses se ha afirmado que «en breve» el director general de la institución adoptará una decisión acerca de una «eventual» sucesión.




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