Villancicos y tradiciones de las carnestolendas fueron dos de los elementos que mezclaron el pasado 8 de diciembre los vecinos de la caribeña Barranquilla, sede del mayor carnaval de Colombia, en la Gran Parada de la Luz con la que dieron la bienvenida a la Navidad.

La ciudad se llenó de villancicos que sonaban al ritmo de los tambores, aficionados disfrazados de Papa Noel que bailaban al son de la flauta de millo y muchos niños que en sus manos cargaban los faroles con los que iluminaban la noche fresca de diciembre, siguiendo la popular tradición de las velitas con que los colombianos iluminan la noche de la Inmaculada Concepción.

A la vera del cálido mar Caribe, los barranquilleros conjugaron la tradición de la Navidad con la alegría del Carnaval.

El evento, organizado para la celebración católica de la Inmaculada Concepción, dio inicio oficial a las fiestas de fin de año, que seguirán en enero y febrero con las del Carnaval de Barranquilla, las más populares de Colombia.

Con más de tres mil personas que desfilaron con atuendos alusivos a las dos fiestas, la Gran Parada de la Luz congregó a muchas familias que, además de divertirse apoyaban la causa de la Fundación Pan y Panela para ayudar a niños de escasos recursos.

El evento contó con la participación de la reina del Carnaval 2018, Valeria Abuchaibe Rosales, quien encabezó un desfile en el que participaron bandas musicales de los municipios del departamento del Atlántico, del que es capital Barranquilla, colectivos de danza y más de 500 personas disfrazadas.

A lo largo de más de dos kilómetros por las calles del norte de Barranquilla, la Gran Parada de la Luz congregó a una multitud a lado y lado de la vía que coreaba y bailaba al ritmo de las diferentes agrupaciones que hicieron parte del desfile.

La directora de la Fundación Pan y Panela, María Alejandra Forero, explicó que además de apoyar las acciones en favor de la niñez menos favorecida, la Gran Parada de la Luz se hizo con el fin de tener un evento familiar y navideño.

Pan y Panela es una fundación que trabaja con la Arquidiócesis de Barranquilla y que durante los 15 años que lleva de funcionamiento, ha dado alimento y ha trabajado por los valores humanos con 350 niños de escasos recursos del barrio el Ferry, un sector vulnerable del suroriente de Barranquilla.




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