Foto referencial.

Al amanecer de este domingo, nadie camina por la habitualmente concurrida ciudad fronteriza de San Antonio de Táchira.

Las calles, normalmente un hervidero de buhoneros y caminantes que cruzan la frontera de Venezuela con Colombia por este punto, ahora están desiertas.

Todo revela que el día anterior no fue normal.

Hay adoquines y ladrillos reventados en cada esquina, cauchos carbonizados y trincheras improvisadas a la entrada de muchas calles.

Iba a ser el día de la llegada de la ayuda humanitaria a Venezuela. Pero lo único que dejó fue violencia, caos y terror.

Un día sangriento que dejó muertos y heridos y que tuvo como protagonistas a la Guardia Nacional Bolivariana y a pistoleros enmascarados a los que los lugareños identificaban como «los colectivos», los grupos de civiles armados que actúan en Venezuela a favor del gobierno de Nicolás Maduro.

Es lo que se vivió en San Antonio de Táchira, Tienditas y Ureña, las poblaciones aledañas a los puentes por los que debía llegar el grueso de la ayuda prometida por el líder opositor Juan Guaidó y sus aliados internacionales.

Ya desde el amanecer fue una frontera en estado de sitio.

El presidente Maduro, a quien Guaidó, la oposición y gran parte de la comunidad internacional consideran un gobernante ilegítimo, había anunciado horas antes el cierre de los tres puentes.

Maduro siempre dijo que los militares venezolanos rechazarían lo que él considera «un intento de intervención» ideado por el «gobierno supremacista de Donald Trump».

Reclamos de los trabajadores

Los enfrentamientos comenzaron ya al alba.

En el puente Francisco de Paula Santander, en la pequeña localidad de Ureña, un retén de la Guardia Nacional impedía el paso a decenas de personas allí congregadas.

El sustento de mucha gente aquí depende de poder cruzar a Colombia y trabajar allí como vendedores ambulantes y en otros oficios.

«Déjennos pasar, tenemos que trabajar», gritaban algunos a unos guardias cada vez más tensos tras sus escudos antimotines.

Una mujer simpatizante de la oposición se encaraba con uno de los guardias y le preguntaba: «¿Por qué sirves a un dictador, en lugar de servir a tu propio pueblo

Entonces sonaron unas detonaciones.

Eran las bombas lacrimógenas que lanzaban los guardias, que habían decidido actuar.

La multitud huyó calle arriba en medio del vuelo de bombas lacrimógenas y los perdigonazos de los agentes.

Así empezó una batalla que se prolongó durante todo el día.

Las cosas empeoraron cuando llegaron las conocidas «damas de blanco«, un grupo de mujeres cuyas integrantes pretendían presionar a los guardias y hacer así posible que la ayuda entrara a Venezuela.

Itamar Rosales, una estudiante que había acudido desde la cercana ciudad de San Cristóbal con el mismo fin, contó a BBC Mundo lo que vio.

«Vimos que la guardia estaba esperando y decidimos que ellas pasaran primero para que intentaran dialogar, pero los guardias empezaron de inmediato a lanzar gases«.

Pero no fue solo Ureña.

A solo diez minutos de carretera, en San Antonio de Táchira, se produjeron también violentos enfrentamientos.

Manifestantes protegiéndose de los gasesDerechos de autor de la imagenGETTY. Las fuerzas de seguridad intentaron dispersar a la población con gases lacrimógenos y perdigones.

Ya desde el acceso por carretera a la población podía verse el humo de los neumáticos quemados y se oían detonaciones.

Los testigos afinaban el oído para tratar de distinguir si se trataba de perdigones, gases o munición real.

Testigos y periodistas presentes en la zona informaban en las redes sociales de la acción de grupos irregulares armados que abrían fuego contra los manifestantes y campaban a sus anchas allí y en Ureña.

En diferentes puntos de la carretera que conecta San Antonio de Táchira con Ureña se agrupaban manifestantes que ondeaban banderas venezolanas y gritaban consignas contra Maduro.

En uno de ellos, una mujer se desgañitaba dando las razones por las que participaba: «Aquí no hay comida ni medicinas, y desaparecen a las personas solo por no estar de acuerdo con el gobierno».

Su explicación se vio interrumpida por el grito de uno de sus compañeros.

«¡Los colectivos, vienen los colectivos!»

Los cuestionados colectivos

La acción de estos polémicos grupos marcó la jornada.

Ellos se definen como organizaciones dedicadas a la gestión de los beneficios sociales y la defensa de la llamada Revolución Bolivariana.

Pero en numerosas ocasiones se ha denunciado que actúan como meras bandas de matones que intimidan, agreden y a veces asesinan a quien discrepa.

De acuerdo con los testigos de la actuación de los encapuchados del sábado, actuaron más como lo segundo.

Orlando Uribe, camarógrafo de la cadena local Venevisión, le contó a BBC Mundo cómo sufrió la acción de los violentos en San Antonio de Táchira.

Hombres forcejeandoDerechos de autor de la imagenGETTY. Image captionTestigos y periodistas informaban en las redes sociales de la acción de grupos irregulares armados.

«Estaba grabando a los colectivos que estaban en una esquina cuando ese montón de gente se lanzó contra nosotros. Salí corriendo pero con la cámara no podía ir muy rápido».

«Entonces sentí que alguien me daba un manotazo en la cámara y me la hacía caer al suelo».

«Al levantar la cabeza un muchacho encapuchado me estaba apuntando con un arma y me quitó la cámara».

«Luego llegó otro montón de motorizados encapuchados y yo me metí a toda prisa en una peluquería en la que me abrieron la puerta».

«Oíamos patadas, piedras y tiros. Nos echamos al piso y los vidrios de la peluquería caían sobre nosotros porque estaban disparando«.

«Me decían que les diera la cámara. El dueño de la peluquería me pedía que se la diera porque si no nos iban a matar a todos, pero yo ya se la había dado», recuerda entre lágrimas.

Solo cuando entregó su trípode, los asaltantes se dieron por satisfechos.

Autobús quemadoDerechos de autor de la imagenGETTY. Image captionLa doctora Indira Medina asegura que atendió a más de 50 heridos.

Los motorizados armados también atacaron el hotel Paraíso Suite.

Allí, según contaron los empleados, un grupo de ellos los redujo encañonándolos con sus armas antes de desvalijar a los huéspedes e irrumpir por la fuerza en algunas habitaciones en busca de objetos de valor.

A pocos metros de allí, a la altura del Puente Tienditas, la Guardia Nacional se empleaba a fondo en aparente coordinación con estos elementos.

Pero toda la zona parecía una zona de guerra.

«Presidente fantoche»

Las ambulancias del servicio de Protección Civil del Estado Táchira pasaban en una y otra dirección.

Otras eran las motos de la Guardia Nacional, acompañadas de las de los supuestos «colectivos», las que hacían batidas disparando bombas lacrimógenas que a veces caían en el interior de las casas y otras propiedades donde muchos habían buscado refugio.

En una de ellas, los congregados veían por la televisión estatal la aparición de Maduro ante una multitud de seguidores congregados en Caracas, a muchos kilómetros de distancia.

Las palabras de Maduro proclamando la «derrota del golpe de Estado» y «del presidente fantoche», en referencia a Guaidó, convivían con el eco en la distancia de las salvas y las detonaciones.

Personas atacando un vehículoDerechos de autor de la imagenGETTY
Image caption«Ahora la gente está llena de miedo y desesperanza», dice Medina.

Testigos contaron que los camiones que lograron avanzar por el puente que llega a Táchira desde el lado colombiano fueron saqueados por simpatizantes armados del gobierno que, finalmente, les prendieron fuego.

La imagen circuló luego, hasta convertirse casi en un símbolo del fracaso del intento de Guaidó y sus seguidores, pero también un imagen que alarmó a la comunidad internacional que rechaza a Maduro.

Rubén Rincón, un joven estudiante universitario que se había desplazado desde la ciudad de San Cristóbal para colaborar con el reparto de la ayuda, le dijo a BBC Mundo: «Nunca pensamos que llegarían tan lejos, nunca pensamos que quemarían la comida las medicinas que tanto necesitan las familias«.

Al caer la tarde, mientras los disparos de elementos armados sin identificar silbaban sobre su cabeza, resumió su estado de ánimo en una palabra. «Frustración, lo que siento es frustración».

La doctora Medina tampoco hace un buen balance: «Habíamos puesto muchas cosas buenas para este día, y ahora la gente está llena de miedo y desesperanza«.

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