De acuerdo con un reciente informe de la consultora Ecoanalítica, las transacciones en la moneda estadounidense alcanzan ya el 53% del valor total de las que se realizan en el país.

En Maracaibo, una de las ciudades más importantes del país y una de las más golpeadas por la crisis económica, ese porcentaje sube hasta el 86%.

Sin embargo, según los estudios, un amplio sector de la población no tiene acceso a la divisa o lo tiene solo muy esporádicamente.

Son muchos los que cobran su sueldo o pensión en bolívares, la moneda nacional, que lleva años perdiendo valor sin freno a causa de la hiperinflación que sufre el país.

Aunque muchos reciben ayuda de sus familiares emigrados o cobran en dólares por trabajos puntuales en la economía informal, los expertos creen que aún hay una mayoría que se maneja en bolívares.

Nicolás Maduro dijo en una reciente entrevista que la dolarización “puede servir para la recuperación” y como “válvula de escape” para la economía del país, que ha perdido más del 50% de su Producto Interno Bruto (PIB) en los más de 6 años que lleva en el poder.

Sus palabras causaron gran polémica, porque suponían una rectificación de la política de control de cambios que durante años llevaron a cabo los distintos gobiernos chavistas y por lo que dijo de los que solo disponen de bolívares.

Maduro afirmó que a estos “los salva la patria”, con el sistema de bonos y ayudas del gobierno.

Muchos empleados públicos perciben modestos salarios en bolívares y ayudas en forma de pagos especiales y bolsas con alimentos, pero hay colectivos que denuncian que son insuficientes.

También cobran en bolívares muchos de quienes trabajan por su cuenta o en el sector privado.

Los excluidos

En palabras de Asdrúbal Oliveros, economista de Ecoanalítica, la dolarización “excluye a los que solo tienen acceso a bolívares, cuya capacidad de compra está severamente limitada”.

Para los venezolanos que viven en bolívares, o “bolos”, como se los conoce popularmente, la vida consiste a menudo en la búsqueda de propinas que no alcanzan, compaginar varios trabajos y una lucha diaria por cosas básicas como la comida, el agua o el transporte.

“Me pagan en bolívares o hacemos trueque”

A la casa de la enfermera Francis Guillén empiezan a llegar más bolívares, pero nunca dólares.

Ella lo intenta, pero no lo consigue.

Hace un año, harta de comprobar que los 420.000 bolívares mensuales (menos de US$15 al cambio) que le pagan en su trabajo en el Hospital Pérez Carreño de Caracas no eran suficientes para cubrir las necesidades de su familia, decidió emprender.

“Empecé vendiendo obleas en el hospital. Después aprendí cómo elaborar champú y geles para el cabello, y mi marido y yo empezamos a venderlos”.

Con los productos para el pelo, dio en el clavo, y su éxito le permitió mejorar sus ingresos, pero siempre en bolos.

Tanto ella como su marido, que la ayuda en el negocio, ofrecen a un dólar el kilo de gel fijador, pero, según cuenta, “casi nadie paga en dólares”.

De acuerdo con un reciente informe de la consultora Ecoanalítica, las transacciones en la moneda estadounidense alcanzan ya el 53% del valor total de las que se realizan en el país.

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