Biden confía en el apoyo de exrepublicanos para imponerse en estados clave
/ Foto: AFP

Con torpezas, envejecido y obligado a liderar largos meses de campaña casi sin acercarse físicamente al público, Joe Biden disfruta de una clara ventaja en las encuestas para las elecciones presidenciales estadounidenses, beneficiado por la pandemia y la crisis económica que convirtieron estos comicios en un referéndum sobre Donald Trump.

Además de reducir los riesgos de equivocaciones, la COVID-19 ha ahorrado al candidato demócrata, de 77 años, el agotador ritmo de una campaña para la Casa Blanca.

Allan Lichtman predijo correctamente el resultado de todas las elecciones presidenciales estadounidenses desde 1984. Incluida la de 2016, cuando el multimillonario republicano sorprendió al mundo al acceder a la Casa Blanca.

Ahora, este profesor de historia de la American University pronostica que el exvicepresidente de Barack Obama ganará las elecciones del 3 de noviembre.

«Pero no tiene nada que ver con Joe Biden», dijo en una entrevista con la AFP. «Tampoco depende de la personalidad de Trump: todo se basa en el balance», explica el académico que ha desarrollado un sistema de 13 «claves» para su pronóstico.

Indicadores decisivos

La salud económica del país y el malestar social son, entre otros, algunos de los indicadores que considera decisivos.

Sin embargo, hay una clave que suele ser definitoria para que el «retador» sume puntos: ¿Es carismático?.

«Y Biden no marca esta casilla. Es un hombre lleno de empatía, sincero, pero no carismático», subraya Lichtman, quien a finales de 2019 había estimado que Trump estaba muy bien encaminado a su reelección.

«Pero desde entonces, ha cometido el colosal error de pensar que podría contentarse con discursos para salir de las crisis que golpean al país, de la pandemia, de los llamados a la justicia social, de la recesión económica. Eso no funciona. Y el resultado, una presidencia fallida», afirma el profesor.

Con más de 160 mil muertos y 5 millones de casos, Estados Unidos resulta el país más afectado del mundo por el nuevo coronavirus y la crisis ha puesto de rodillas a su economía.

En este difícil contexto, la agonía del afroestadounidense George Floyd, registrada en un video antes de morir a manos de un policía blanco, desató una ola histórica de protesta contra el racismo y la violencia policial.

Controversia vs. discreción

Mientras Trump lideraba una controvertida gestión de estas crisis desde la Casa Blanca, Biden apeló a la discreción.

Confinado desde marzo en su casa de Wilmington, Delaware, la pandemia lo privó de reuniones y de celebrar su victoria en las primarias a principios de abril.

Pero, aunque los seguidores de Trump se burlan de él acusándolo de «esconderse» para evitar errores, el septuagenario se ha beneficiado de su discreción para escalar en los sondeos; y de los medios, sin duda más indulgentes con él que con un presidente que sigue haciendo declaraciones escandalosas.

«Sin escrúpulos»

Biden, un veterano político bien rodeado, no solo ha tenido suerte. Pese a tres primeras derrotas contundentes en las primarias, capeó la situación siguiendo su estrategia inicial: apostar todo por Carolina del Sur y sus votantes afroestadounidenses, un grupo clave para cualquier candidato demócrata que desee ganar la Casa Blanca.

El plan fue exitoso. Su abrumadora puntuación sacudió la candidatura del progresista Bernie Sanders, y empujó a abandonar a varios candidatos centristas más jóvenes que lo habían eclipsado.

Desde su victoria, con «su campaña casi solitaria, ha mantenido el foco en el presidente Trump», dijo Christopher Arterton, profesor de la Universidad George Washington.

Y con su gestión de la crisis, el presidente republicano ha empujado a votantes independientes indecisos a decir «no voy a votar por él», analiza.

Pero con un candidato como Trump y una campaña ya sacudida por hechos históricos, la dinámica aún podría cambiar.

El ritmo se acelerará con las convenciones demócrata y republicana en esta segunda mitad de agosto y luego con tres debates importantes en septiembre y octubre, en los que Biden tendrá más oportunidades de resbalar.

Y Trump está «dispuesto a todo, no tiene escrúpulos», dice Lichtman.

La desmotivación como arma

Sin poder ampliar ni encontrarse con su base de votantes, el mandatario podría intentar desmotivar a los electores demócratas de votar. Eso explica sus ya virulentos ataques contra Biden, acusándolo de senil, de querer «destruir» el «sueño americano», o de ser un «títere» de la izquierda radical.

En concreto, Lichtman ve dos motivos de preocupación para los demócratas. Que Trump y su equipo están buscando «hacer más difícil el voto, especialmente por correo, en medio de una pandemia. Y en segundo lugar, una intervención rusa» o de otras potencias extranjeras, explica el experto, recordando la interferencia de Moscú en las presidenciales de 2016.

Son «dos grandes incógnitas», reconoce el historiador. Aunque orgulloso de sus predicciones, concede que «ningún sistema puede tenerlas en cuenta».

© Agence France-Presse




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