Blinken y Lavrov
Foto: archivo EFE

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo estadounidense, Antony Blinken, celebran mañana, viernes, un encuentro en Ginebra con el difícil objetivo de rebajar la alta tensión que se vive en torno a Ucrania, por el fuerte temor de Occidente de que Rusia invada ese país de un momento otro.

El Kremlin ha repetido una y otra vez que tal invasión es impensable, pero la importante presencia de tropas rusas en la frontera ucraniana, con unos 100.000 efectivos ya, y las nuevas maniobras militares anunciadas por Moscú para las próximas semanas han acrecentado el nerviosismo de Estados Unidos y de la OTAN.

Las tensiones, que ya duran semanas, no se han reducido con los continuos contactos diplomáticos mantenidos este mes, en el que Rusia ya ha debatido sobre la crisis con los países de la OTAN en Bruselas y en Viena, en el marco de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).

Blinken y Lavrov se citan en Ginebra

En el encuentro de mañana, segundo que EEUU y Rusia celebran en Ginebra este mes tras el diálogo estratégico del 10 de enero, Lavrov insistirá en que Washington ofrezca garantías de que Ucrania no será en un futuro miembro de la Alianza Atlántica.

Sin embargo, Bliklen – quien hoy se reúne en Berlín con los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Francia y el Reino Unido también para analizar la crisis ucraniana – ha adelantado que no va a ofrecer ninguna respuesta por escrito a las demandas rusas. El presidente estadounidense, Joe Biden, también ha dicho que tal posibilidad está descartada.

Washington sostiene que una nación no puede imponer a otra con quién asociarse ni crear esferas de influencia para «subyugar a sus vecinos a su antojo».

Aumenta el ruido de sables

Las preocupaciones de Washington y la OTAN no han hecho sino aumentar esta semana tras el anuncio por parte del Kremlin de que celebrará ejercicios militares con Bielorrusia entre el 10 y el 20 de febrero.

Hoy mismo, la Armada rusa ha anunciado otras maniobras, en este caso navales y a gran escala, en enero y febrero, tanto en sus aguas territoriales como en aguas internacionales.

Moscú cree que lo que está desestabilizando el teatro europeo son posiciones como la del presidente estadounidense, quien en su discurso de ayer, miércoles, sobre el primer año de su Administración advirtió de que invadir Ucrania «sería un desastre para Rusia».

Biden también insistió en que Washington ayudará a fortalecer a sus aliados de la OTAN en el este de Europa, contradiciendo las exigencias rusas de que se repliegue, y afirmó que ya ha enviado 600 millones de dólares en equipamiento sofisticado de defensa a Ucrania, otro punto que irrita a Rusia.

Moscú ha advertido de que no ve suficientes las recientes declaraciones de Biden de que Ucrania no será miembro de la OTAN a corto plazo, y afirma que la verdadera fuente de tensión en el este de Europa no son sus movimientos de tropas, sino los suministros de armamento a Kiev y las maniobras militares de la Alianza Atlántica en la región.

Ocho años de crisis

Los lazos entre Ucrania y Rusia se rompieron a raíz de la anexión unilateral rusa de la península de Crimea en 2014 y el apoyo financiero y en equipamiento de Moscú a milicias prorrusas que operan en la región secesionista del Donbás, en el este de Ucrania.

Este conflicto sólo se resolverá cuando el último soldado ruso abandone Lugansk y Donetsk, Crimea y Sebastópol, señaló en este sentido el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, tras su encuentro de hace dos días en Kiev con Blinken.




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