(Cortesía)

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, remitió este jueves al Parlamento un proyecto que dota de autonomía al Banco Central, que de ese modo pasaría a tener plena libertad para dirigir la política monetaria del país.

La iniciativa fue anunciada durante una ceremonia celebrada en el Palacio presidencial de Planalto para la presentación de un balance de los primeros 100 días del Gobierno del líder de la ultraderecha, que desde su campaña electoral del año pasado se comprometió a “independizar” al Banco Central.

El ministro de la Presidencia, Onyx Lorenzoni, explicó que el proyecto, que deberá ser analizado por el Parlamento, apunta a que el país “cuente con una herramienta muy importante, usada por las principales naciones del mundo para darle confianza y tranquilidad a la economía”.

Según el ministro, “interesa tener un guardián de la moneda y la economía, que de alguna forma proteja a la moneda independientemente del Gobierno de turno”.

El decreto mantiene la forma en que es designado el presidente del Banco Central, que es propuesto por el gobierno y sometido a la aprobación del Parlamento, así como el período de cuatro años de mandato, con la posibilidad de solamente una reelección.

Sin embargo, establece que el presidente del Banco Central no podrá ser destituido en caso de que existan diferencias en su forma de conducir la política monetaria, que entre otras cosas se utiliza para establecer metas y reglas de control para la inflación o para establecer las tasas de interés de referencia.

“Con eso se evidenciará la estabilidad de la institución” al margen de los “presidentes de turno”, dijo Lorenzoni en una rueda de prensa posterior a la ceremonia.

El texto del proyecto sostiene que “el éxito del proceso de estabilización económica iniciado en 1994 demuestra el beneficio de la estabilidad monetaria y su contribución al crecimiento de la economía y la reducción de las tasas de interés”.

Agrega además que, la independencia del Banco Central contribuirá a ese proceso y “sentará las bases para un aumento de la eficiencia de la economía, la productividad y el crecimiento sustentado, que es el objetivo de la sociedad como un todo”.

La economía brasileña, cuya recuperación es uno de los mayores desafíos del Gobierno de Bolsonaro, entró en una profunda recesión hace cuatro años y entre 2015 y 2016 se contrajo en siete puntos porcentuales.

Desde entonces, la actividad económica del país ha experimentado una ligera mejoría, pero con tasas de crecimiento del 1 % anual que son consideradas insuficientes tanto por el Gobierno como por los mercados financieros.




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