Tras varias semanas de enfrentamiento, Bolsonaro destituyó a su antecesor, Luiz Henrique Mandetta, un fiel defensor de las medidas de aislamiento social recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y adoptadas por los gobernadores de los diferentes estados brasileños.(AFP)

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, volvió a defender este viernes la reanudación de las actividades económicas tras destituir a su ministro de Salud por divergencias sobre las medidas de aislamiento social adoptadas para contener la propagación del nuevo coronavirus.

En la dirección opuesta, los gobernadores de Sao Paulo y Rio de Janeiro prorrogaron las cuarentenas parciales en sus estados que permiten apenas la actividad comercial considerada esencial.

«Esa pelea por empezar a abrir el comercio es un riesgo que yo corro. Si se agrava la epidemia, eso cae en mi regazo. Pero yo pienso -y mucha gente está tomando conciencia de ello- que hay que abrir», afirmó Bolsonaro durante la investidura de su nuevo ministro de Salud, Nelson Teich.

Tras varias semanas de enfrentamiento, Bolsonaro destituyó a su antecesor, Luiz Henrique Mandetta, un fiel defensor de las medidas de aislamiento social recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y adoptadas por los gobernadores de los diferentes estados brasileños.

«La visión de Mandetta es la de la salud, de la vida. La mía, además de la vida, incluía la economía y los empleos», afirmó Bolsonaro al justificar la sustitución de Mandetta.

Teich, un reconocido oncólogo de 62 años, no presentó propuestas concretas en su breve discurso inaugural, pero insistió en que es preciso equilibrar ambas visiones.

Por más que se hable de salud, de economía, no importa: al final siempre se trata de personas. Eso es lo que venimos a hacer aquí, traer una vida mejor para la sociedad y las personas en Brasil, afirmó el nuevo ministro.

Sin embargo, Bolsonaro admitió que no tiene poder para imponer su visión a los gobernadores de cada estado, que tienen autonomía para definir las medidas adoptadas contra la pandemia.

Hasta este jueves, la COVID-19 se había cobrado 1.924 vidas en Brasil (un país de más de 210 millones de habitantes) y las autoridades confirmaron 30 mil 425 contagios, aunque especialistas apuntan que en realidad este número podría ser hasta quince veces mayor debido a la falta de exámenes y a los casos asintomáticos.

Sao Paulo, el estado más poblado y el más afectado por la epidemia (con más de 850 muertes y 11.500 contagios), prorrogó hasta el 10 de mayo la restricción de servicios no esenciales estipulada a fines de marzo.

Rio de Janeiro, bajo medidas similares, extendió la cuarentena hasta el 30 de abril.

La salida de Mandetta es vista con preocupación por muchos brasileños, que temen un rebote de los contagios si se flexibilizan las medidas.

«Fue una mala idea destituirlo, porque estaba haciendo un buen trabajo, transmitía seguridad a las personas, les pedía que se queden en casa», lamentó Marcelo Ferreira, un policía de Río de Janeiro.




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